¿Qué le queda por hacer a uno cuando se da cuenta de que no encaja entre los demás? Probablemente la mejor salida sea encontrar a un grupo de gente que se sienta de manera parecida y, con ellos, abrir puertas nuevas. Algo así es lo que le ocurre sin querer a Narumi Fujishima. Se siente solo y aislado, sin posibilidad de acercarse a sus compañeros, pero eso cambia cuando conoce a Alice y esta lo acepta como su asistente. ¿Ah, no lo mencionamos todavía? Alice es una adolescente NEET que dedica todo su tiempo a las tareas detectivescas, contando con grandes habilidades como hacker y un afilado poder de deducción. Algunas personas son como magnetos: su energía nos arrastra con fuerza hacia ellas, haciendo que los sigamos dondequiera que se dirijan. A Narumi no le queda más alternativa que verse envuelto en una serie de investigaciones que incluyen el contacto directo con ladrones, asesinos, bandas y droga. A pesar del peligro,Narumi parece haber encontrado su lugar.

Narumi no llega a ser tan extravagante como Hotarou (vamos, el hecho de reservar energía y no involucrarse en nada no es lo que se dice normal), pero si bien lo toman de manera distinta, la vida pasiva y aislada de ambos se da vuelta del todo cuando conocen, respectivamente, a Alice y a Chitanda. Ambas series giran alrededor del misterio y lo llevan adelante muy bien, aunque en Kamisama no Memochou los casos suelen ser bastante más oscuros y adultos, llegando incluso a rozar la violencia.

Algunas almas, una vez que se encuentran, se ven enredadas por lazos invisibles que unen sus destinos. Ningún contacto es casual, todo se da por alguna razón. Así le sucedió a Kujou Kazuya con Victorique de Blois. Kujou, un chico japonés, llega a la localidad europea de Sauville como estudiante de intercambio. Al llegar se dirige a la biblioteca para intentar aprender un poco más de la cultura del lugar y así poder tener algún punto en común con sus nuevos compañeros, pero sus estudios se interrumpen cuando capta por el rabillo del ojo una marea dorada que sube corriendo las escaleras. Como no podía ser de otra manera, la sigue y encuentra a Victorique, una chica tan hermosa como una muñeca, que a través de su aguda capacidad de observación predice que sus futuros van a estar irrevocablemente enlazados. Juntos van a verse rodeados de una serie de eventos misteriosos que van a poner a prueba sus habilidades ocultas.

Ambos, Hyouka y Gosick, tratan sobre detectives muy jóvenes que estrechan lazos mientras investigan. En Gosick es Kujou quien debe persuadir a Victorique para llegar a la médula de los casos que se presentan, mientras que en Hyouka es Chitanda quien empuja a Hotarou al movimiento. Ambos anime comparten una atmósfera muy parecida y se mueven a través de la observación y la lógica, lo cual requiere de una elevada inteligencia por parte de sus protagonistas.

La observación lo es todo para un detective, pero existen diferentes perspectivas de las que puede hacer uso. Una, la más conocida y presente en Hyouka, es la observación exterior: analizar con ojo crítico todos los cambios visibles para llegar a una deducción. La otra es un tanto más compleja: se trata de la observación interior, que tiene mucho más que ver con la intuición y la percepción de cosas que ocurren por fuera de lo sólido. Yakumo Saitou usa esta última para resolver los misterios. Él nació con heterocromía y su ojo izquierdo de color rojo, le da la habilidad de ver espíritus y fantasmas.

Junto a Haruka Ozawa, Yakumo no tiene otra opción más que la de investigar las causas por las cuales los espíritus permanecen encadenados a la Tierra.
Si vemos ambas series vamos a poder abarcar dos formas de observar muy distintas entre sí, pero igualmente efectivas en su terreno. Tanto Hotaru como Yakumo son dueños de una inteligencia desbordante que les permite seguir el hilo de los casos que se les presentan. Además, al mismo tiempo, ambos deben lidiar con la vida escolar. ¡No es fácil tener una mente aguda en la adolescencia!

Vamos hacia algo un tanto más terrible: ¿qué harían si despertaran en su salón de clases sosteniendo un arma homicida, y enfrente estuviera tendido su profesor, decapitado? Probablemente tengan que pensar mucho para dar una respuesta adecuada, pero Yoshio Kobayashi no tuvo tanto tiempo. Así de golpe empiezó su carrera, junto a su amigo Souji Hashiba, para probar su inocencia y descubrir quién intentó inculparlo de algo tan horrible. En el camino se topa con Kogorou Akechi, un detective de instituto con una mente brillante que también busca hallar la verdad sobre el asunto, y Kobayashi ve la oportunidad justa para servirle de asistente.

Tanto Hyouka como Ranpo Kitan se desarrollan en un ambiente escolar, pero lo abordan de manera opuesta. Donde Hyouka es un tanto más cálido y se centra en la vida diaria y las relaciones progresivas entre los personajes, Ranpo Kitan se orienta más hacia lo sórdido y la resolución del crimen: Kobayashi está metido hasta la médula en la investigación porque él mismo es el principal sospechoso. En ambos el misterio se esclarece progresivamente a partir de la reunión de fragmentos que forman un todo inesperado, pero lógico.

Hagamos un corte y hablemos de una mente muy similar a la de Hotarou, dejando de lado por un momento lo que tiene que ver con la deducción y el trabajo de detective. Hachiman Hikigaya es un estudiante de instituto demasiado antisocial que cree que la juventud feliz es simplemente una mentira, y que todos aquellos jóvenes alegres son simplemente unos farsantes. ¿Saben cuál es su mayor sueño para el futuro? No trabajar. Hachiman vive su vida intentando permanecer afuera de todo, al igual que Hotarou. Pero de la misma manera es forzado a abrirse al mundo: al entregar a su profesor un ensayo burlándose de las relaciones sociales, este lo castiga forzándolo a unirse al Club de Servicio Voluntario. Nada más lejos de él: debe encargarse de resolver los problemas de otras personas en compañía de la bella y fría Yukino Yukinoshita. Algo muy similar a lo que le ocurre a Hotarou con el Club de Literatura Clásica. Sin embargo, tanto el uno como el otro, logran desenvolverse bien en sus nuevos ambientes e incluso sacar a relucir capacidades insospechadas. Además ambos se acercan a los problemas de las personas y logran apreciarlas desde otro punto. Tal como dice el escritor Haruki Murakami: “Los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad”. Y eso es lo que descubren nuestros protagonistas.

¿Hablamos ya de personas magnéticas y de lazos invisibles que unen destinos? Bueno, Sakurako-san reúne las dos cosas. Cuando Shoutarou Tatewaki, un estudiante de secundaria, conoce a Sakurako, una mujer excéntrica encargada de hallar pistas en los huesos (con los que lleva obsesionada toda la vida), el chico sabe que no se va a poder despegar de ella ni por asomo. Es que es una mujer vibrante: directa, ácida e inteligente. ¡Cómo para no quedar cautivado! Entonces se dedica a seguirla dondequiera que vaya y a ayudarla en la resolución de complicados casos dejando, claro, que los huesos hablen para ellos y cuenten sus historias.

Ambas series, Sakurako y Hyouka, transcurren de forma lenta y siguen a sus protagonistas con un tono relajado y armónico, pero al mismo tiempo intrigante. En ambas, además, se intenta entender el trasfondo de las personas relacionadas con los misterios, siempre profundizando en el crecimiento de los personajes a partir de aquello a lo que se enfrentan. Claro que Sakurako está orientada hacia el lado del crimen mientras que Hyouka abarca misterios escolares, pero a pesar de eso sus personajes se orientan de forma muy similar, como si vivieran en el mismo mundo.