Empecemos por lo obvio, así ya lo quitamos de encima: ¡Lara Croft es todo un bomboncito! Ya desde sus primeras épocas podíamos ver sus enormes pechos como marca registrada, sin mencionar ese gesto serio y soberbio que solía poner al derrotar enemigos. No por nada eligieron a Angelina Jolie para representarla en el cine, ¿no?

Hoy por hoy, con un estilo cambiado y más adaptado a los movimientos feministas actuales, Lara tiene una figura que resalta menos por sus curvas y más por su armonía general. Es que, está claro que no hace falta tener un cuerpazo para atraer hombres a Tomb Raider, sino que ya puede ir más liberada y llamar la atención por sus historias de vida; pero claro, esa belleza no se puede dejar de lado, porque también es parte de lo que representa.

Como dijimos, el paso del tiempo le ha sentado genial a Lara… irónicamente, porque los últimos juegos son más bien precuelas de lo que fue aquél primer juego en el que debutó. Con su juventud, este personaje obviamente tiene piedra libre para destacar por su inocencia e inexperiencia, superando obstáculos que solo ella podría.

Lo que más destaca en ella es que, a pesar de haber nacido como “eye candy” para el público masculino, muchísimas chicas se pueden ver representadas por esta heroína gracias a sus otros dotes: enorme conocimiento de historia y geografía, una valentía envidiable y el espíritu de superación que nunca la abandona. Vale, quizás en un principio nos guste por su “envoltorio”, pero lo que nos enamora es lo que lleva por dentro.

Siempre se dice que “detrás de todo hombre, hay una gran mujer”... pero detrás de esta gran mujer, realmente no es que haya mucho. La entereza de Lara nace de lugares impensados, perdiendo a sus padres no solo de manera trágica sino a muy temprana edad.

Mientras otros protagonistas de juegos similares cuentan con compañeros o hasta pareja (sin ir más lejos, el propio Nathan Drake), Lara tiene compañeros circunstanciales pero que no resultan constantes en su vida. Algunos la traicionan y otros terminan muertos, por lo que Lara solamente puede contar consigo misma.

Cualquier arqueólogo real que juegue Tomb Raider seguramente terminará a las risas… lo mismo que pasa con Uncharted o las películas y videojuegos de Indiana Jones. Es que, mientras lo que vemos en documentales parece tan interesante como aburrido para otros, los arqueólogos de la ficción están en constante conflicto y balaceras.

Aunque todos recordamos la aparición de Lara Croft con sus dos pistolas, a lo largo de la saga ha utilizado todo tipo de armas, convencionales y no convencionales, para defenderse de todos quienes han querido terminar con su vida. Ya desde el reboot, la imagen de Lara ha sido asociada al arco de flechas, quizás buscando un toque “menos violento” dentro de lo que cabe… pero igual de mortal en las manos de esta mujer. Sea como sea, Lara sigue con vida, y se ha vuelto experta en eliminar a quien la amenace.

En plena década de los 90, la mujer en los videojuegos era casi una decoración, incluso muchas veces siendo nada más que la damisela en apuros para que otro héroe destaque. Además, la sexualización exagerada llevaba a mostrar chicas de enorme busto y ropas minúsculas, que poco más que eso tenían para ofrecer.

Lara Croft, casi sin quererlo, se convirtió en una mezcla perfecta de lo que eran las mujeres y lo que podían y debían ser: tiene todo el erotismo de la época, pero con el agregado de la inteligencia, valentía y letalidad. Seguro más de una niña o mujer ha disfrutado de encarnar este personaje y se sentía finalmente representada por un gran personaje protagonista en un videojuego; desde entonces, son cada vez más los juegos que han copiado —con mayor o menor éxito— esa fórmula, dando paso a toda una revolución con Lara Croft a la cabeza.