Un profesor sustituto llega para imponer su particular método de enseñanza en una escuela con una clase muy problemática. Su nombre es Eikichi Onizuka, un ex pandillero que sueña en secreto con conquistar a las estudiantes más bellas de la preparatoria. Una misión que no le será nada fácil concretar.

Este Ecchi es un clásico que conocí cuando preparaba mi segundo artículo para Honey’s Anime; lo vi y me encantó su historia y lo cómica que es. En Argentina solían emitirla por las noches, pero pasaba de ella. Culpo a la promoción televisiva que le hacían al anime, una que no le hacía justicia alguna. Pero como dicen “Nunca es tarde”; pude disfrutar de esta excelente historia.

GTO tiene humor, buenas animaciones y una buena historia. Onizuka tiene ese sueño pervertido, pero lo hace a un lado siempre por el bienestar de sus alumnos. Es un profesor vago pero dedicado, que termina dominando al curso más problemático de la escuela.

En dos noches me vi los 43 capítulos que componen esta genial historia, haciendo pausas para averiguar si había películas u otras temporadas. Me dejó con ganas de una continuación ¡Ojalá se dé!

Monkey D. Luffy es un joven que salió al mar para cumplir su más grande deseo: convertirse en el Rey de los Piratas. En el transcurso de sus aventuras sumó nuevos aliados, nakamas, que también andan tras sus sueños. Por supuesto, el camino está lleno de peligros y poderosos enemigos.

A One Piece lo descubrí gracias a una recomendación que me hicieron. Al principio no le tenía mucha fe, me habían dicho que el protagonista era un hombre de goma que quería ser pirata y me pareció una pésima combinación. Ya por el quinto episodio la historia me había conquistado, tanto que hubo noches que no dormí por seguirle los pasos a los Sombrero de Paja.

El trabajo que ha hecho Eiichiro Oda (creador de la serie) es excelente. Tuvo la inteligencia de encontrarle nuevas funciones a poderes ya conocidos; hay hombres elástico y hombres arena en el universo superheroico que componen Marvel y DC Comics, pero ni se acercan a la genialidad que gestó el mangaka.

¡No paré de reírme cuando vi el afiche de la primera recompensa que recibió Sanji! Es uno de los momentos que más me divirtieron de la serie. Pero más allá de las risas que me desatan Luffy y sus nakamas, me gustan los valores que transmiten.

Un niño japonés llamado Oliver Atom sueña con ser el campeón del Mundo con la selección de fútbol de Japón. Su gran aliado para alcanzar su sueño será su mejor amigo, el balón de fútbol. También contará con Benji, un arquero imbatible que se encargará que nadie anote y termine con el sueño de alcanzar la gloria.

Esta serie apareció en los ’90. Me encantaba verla por las tardes. Me encantaba tanto que odiaba un poco lo lento que se volvían los partidos, ¡solían durar de dos a tres semanas! (¿Goles por correo?) Luego pasaba que la serie se reiniciaba. Otro fastidio que no impidió que siguiera disfrutando de la historia.

Este anime clásico transmite no solo el amor por el fútbol sino la importancia de la amistad. Sí, Oliver estaba medio obsesionado con el balón, pero sabía reconocer en Tom Misaki a un aliado de verdad. También en Benji y el resto de sus compañeros de equipo.

Las historias de algunos de los personajes de esta serie eran bastante dramáticas: Steve Hyuga como sostén de su familia, Tom un niño que no podía echar raíces porque su padre era un pintor nómada, Andy Jhonson con problemas cardiacos, etc.

Cuando el mundo se ve acechado por las fuerzas del mal, los Caballeros del Zodiaco surgen para defenderlo. Antiguos guerreros de la mitología griega que protegen a la diosa Atena en su lucha contra las fuerzas oscuras que deambulan por el planeta buscando la eliminación de la humanidad.

A pesar de los errores que hubo en la primera temporada y en el doblaje de la serie, los Caballeros del Zodiaco es un de las grandes historias que atesoro en mi memoria. Fueron transmitidos primero en un canal estatal, allá por los ‘90s. Luego formaron parte de Magic Kids, señal argentina que apostó fuerte en los animes.

Creo que es un anime cargado de historias trágicas: los protagonistas son huérfanos, que desde pequeños tuvieron que luchar para sobrevivir al feroz enfrentamiento al que fueron sometidos; Shiryu perdía la vista cada temporada; Ikki perdió a la única mujer que amaba; a Seiya le perdieron la hermana, etc (Ahora que lo pienso parece un culebrón mexicano)

Me gustó el hecho que los caballeros, siendo integrantes del escalafón de guerreros más bajo (Bronce), pudieran romper sus límites y entablar batallas mano a mano contra los máximos guerreros, como lo son los Caballeros de Oro y los Guerreros Divinos de Odín.

No duden ni un segundo en ver el OVA que salió de la serie años después, Saint Seiya: Hades ¡Una continuación que fue tan esperada por muchos!

La Tierra es invadida por un guerrero del espacio exterior que asegura ser el hermano mayor de Goku. Los Guerreros Z se ponen en alerta frente a esta nueva amenaza que pone en peligro la paz que reina en el mundo. Pero no deben temerle solo al extraño visitante, hay más enemigos que emergerán de las estrellas.

Seguramente, todos tenemos a Dragon Ball Z en nuestra lista de animes favoritos. Conocí la serie en los ’90s, cuando el fenómeno se había desatado en Latinoamérica. Era emitido en el mismo canal estatal que transmitió Los Caballeros del Zodiaco. Tenían muy pocos episodios, y los complementaban emitiendo las películas.

Tiempo después, Cartoon Network emitió los 291 episodios que componen a esta serie. La historia de Goku, ese guerrero imbatible que solo desea enfrentarse con los más fuertes, me ha dejado recuerdos imborrables. Su lucha contra Freezer, su rivalidad con Vegeta y ¡cómo olvidar sus duros entrenamientos!

Es la única serie que he visto reiteradas veces, algo que no hago con otros animes. Pero Dragon Ball Z tiene, para mí, una vigencia eterna por lo que nunca uno se cansa de mirarla. Obvio, no estoy muy contento con Dragon Ball Súper.

¿Goku ha dejado de comer dinosaurios para pasarse al ramen? Una versión que no me terminan de convencer, por más canon que sea.