Siempre supimos que Gouki tenía un lado oscuro, y su vínculo con el lado oscuro, reflejado en la versión occidental de Street Fighter, donde su nombre es Akuma (literalmente, “demonio”). No obstante, el lore de este juego tiende a confundirnos bastante cuando se trata de este personaje. Originalmente, este luchador estaba poseído por fuerzas demoníacas, pero luego esa idea quedó de lado y simplemente lo mostraban lleno de odio.

En Street Fighter IV, sin embargo, por fin pudimos ver al verdadero demonio sin contener su fuerza: Oni. Si bien podemos considerarlo como un personaje nuevo a fines prácticos, Oni es una versión más poderosa de Akuma, ya consumido totalmente por su rabia y el Satsui no Hado. Si ya le tenías miedo a Shin Akuma, entonces no querrás hacerle frente a esta versión todavía más terrorífica del gran Akuma. ¿O será que ya lo enfrentaste cara a cara?

Seguimos con Capcom pero esta vez para un juego Hack and Slash, en el que tenemos varios demonios y seres del infierno. Así todo, uno de los mejores aparece nombrado desde el primer juego de la saga como el más poderoso e importante de los demonios, capaz de enfrentarse al propio Mundus y traicionarlo por salir en defensa de los humanos. Claro, luego tuvo dos hijos con el potencial de superarlos, pero no todos los días alguien se rebela ante Mundus y lidera un ejército en su contra.

Sparda es un demonio con un excepcional don para la batalla, por lo que pudo pasar de ser uno más en las tropas del maléfico demonio Mundus a transformarse en su némesis. Sparda, padre de Vergil y Dante, consigue un lugar en esta lista por cómo influyó en el mundo incluso después de su desaparición, como inspiración de algunos y como la razón del miedo de tantos otros.

Casi como si siguiéramos en el mismo juego tenemos otra representación de la Divina Comedia, trilogía escrita por Dante Alighieri. Esta vez, y aunque seguimos con el infierno, tenemos una versión más clásica del villano y demonio por excelencia: el propio Lucifer, señor del inframundo. Según las historias de la Biblia, Lucifer fue alguna vez un ángel ejemplar, pero un día decidió oponerse a los mandatos de Dios y arrebatarle su puesto como el Supremo; como castigo, éste le arrancó las alas y lo envió al infierno.

En este juego, justamente descendemos al infierno y nos plantamos cara a cara ante el traicionero Lucifer, que raptó a Beatríz. Esta mujer es la amada de nuestro protagonista, Dante, y a la vez un alma destinada al cielo que Lucifer pretende sacrificar para volver a ascender. Obviamente, el amor es más fuerte y lo terminamos venciendo, pero sería imposible obviar al gran Lucifer y su eterna búsqueda por superar a Dios.

Si hablamos de demonios teníamos que llegar, tarde o temprano, a alguna de las varias entregas de Final Fantasy. Es que, dentro de la enorme horda de enemigos que hemos enfrentado a lo largo de toda la saga, existen varios entes demoníacos que podríamos mencionar, pero también varios villanos imponentes tanto en poder como en ideas y objetivos. Esta vez, viajamos al final de 1998 para revisitar Final Fantasy II.

Si recuerdas haberlo jugado, sabrás que los principales antagonistas del juego son el ejército de Palamecia, nación dominada por el emperador Mateus. Tras vencerlo la primera vez, regresa de entre los muertos imbuido en su nuevo poder demoníaco, con el que planea hacerse dueño del planeta y el infierno por igual. Muestra de esto es que una de sus primeras acciones es traer el Pandemonium —la capital del infierno— al mundo de los vivos y hacerlo su palacio. Tal vez este personaje no goce de los mejores gráficos, pero sí que está por encima de otros en cuanto a objetivos e historia.

Diablo II ya es un fabuloso juego, pero Lord of Destruction es una expansión que mejora exponencialmente su calidad, dando paso además a un espectacular personaje y el dueño de esta primera posición: Baal. Con las almas de sus otros dos hermanos ya capturadas, este demonio supremo es la última oportunidad de los seres infernales por hacerse con el plano terrenal, y como jugadores no nos pondrá las cosas para nada sencillas.

El objetivo de Baal no es simplemente liberar a sus hermanos o destruir todo a si paso para expandir sus dominios, sino que ansía un objetivo claro y preciso: el Ojo de Anu. Esta piedra es la que dio origen a las otras piedras usadas para capturar las almas de los demonios, pero a su vez es un elemento que asegura que ni el infierno ni el cielo tendrán predominio total; si Baal la consigue no solo podrá liberar a los otros demonios primordiales, sino que dará el primer paso para la conquista total. Como enemigo, Baal es contundente e imponente, por lo que alcanzarlo es una mezcla de ansiedad y miedo. ¡Qué gran juego fue Diablo II: LoD!