En el siglo X ya existían los rollos emaki, unos pergaminos de entre nueve a doce metros conteniendo un tipo de narrativa ilustrada. El rollo emaki más conocido es Genji Monogatari, pergamino que relata la vida del príncipe Genji, sus aventuras románticas y cómo se desarrollaba la sociedad durante el periodo Heian. A mediados del siglo XIII aparece una serie de cuatro emakis denominados choujugiga, que llegan a medir hasta 25 metros de longitud y están pintados en blanco y negro. A diferencia de Genji Monogatari, en estos rollos se muestran dibujos de animales antropomorfos (kemono) realizando actividades de humanos, como por ejemplo un dibujo de ranas y conejos compitiendo en una lucha de sumo. Aunque no se ha podido comprobar, se cree que estos rollos fueron dibujados por Toba Soujou, quien fuera un sacerdote budista, astrónomo y dibujante, a quien se lo considera como el ancestro directo del manga.

En 1902 tenemos Tegosaku to Mokube no Tokyo Kenbutsu, historieta que se puede considerar el primer manga de la historia. La trama de este primer “cómic” se centra en el viaje de dos campesinos que van a Tokio como turistas y están alejados de la sociedad moderna, comportándose de manera tonta mientras conocen la ciudad. Este impreso llega después de los kibyousi, unos pequeños libros de cubierta amarilla de aproximadamente 10 páginas los cuales formaban parte de la literatura popular japonesa, pero estaba dirigidos a un público más culto y eran por lo general adaptaciones del teatro kabuki. Los kibyousi endurecieron la crítica política y la sátira, por lo que debido a la reforma Kansei, la cual censuraba y perseguía a los autores de estos libros, se hizo más todavía fuerte. Obviamente, les fue necesario volver a la parodia, pero este formato impreso desaparecería con el asesinato de Shikitei Shinba.

Durante la Primera Guerra Mundial, el manga funciona como propaganda: los artistas que no cooperaban con el gobierno eran reprimidos mientras que los que se manifestaban a favor eran recompensados. En este punto, la cultura occidental ya había permeado en la manera en que se utilizaban los medios gráficos. Henry Mayhew, un columnista y caricaturista británico de corte satírico, fundador de la revista Punch, fue quien sentó las bases para que la revista The Japan Punch siguiera la misma línea editorial que su contraparte británica. Para 1920 y 1930 el manga recibía influencia de las tiras cómicas estadounidenses, siendo la más emblemática Bringing Up Father (Educando a papá, en español) de George McManus, poniendo las bases para el auge del manga infantil que se extendió bastante en esa época. Poco a poco las historias fueron tomando un tono más adulto, y se notaba una militarización que preludia el inicio de la Primera Guerra Mundial.

No fue hasta 1945 cuando se origina el manga como lo conocemos en la actualidad. Después que las fuerzas aliadas acabarán con los ejércitos del eje y provocaran la rendición incondicional del Japón Imperial, surge una nueva industria de entretenimiento, pero esta vez se deja de lado la sátira política y la militarización. En esta ocasión se centran en la necesidad de menguar los desastres y horrores que dejó tras de sí la posguerra. Sin duda fue un gran apoyo psicológico, pero por otra parte era necesario abaratar los costos de producción y embarque, por lo que se siguió dibujando el manga en su característico blanco y negro.

En necesario hacer un apartado a quien en su país se lo considera “el dios del manga”, el célebre Osamu Tezuka, un estudiante de medicina amante de los dibujos animados, sobre todo los de Walt Disney. Tezuka fue muy prolífico en su obra y puso las bases del dibujo de personajes, dejando como rasgo característico los ojos grandes tan característicos. Osamu estuvo marcado por los horrores de la guerra: siendo adolescente vivió la incursión aérea de Osaka y es en este momento cuando decide utilizar el manga como medio para transmitir la paz y el respeto. Se le considera “el dios del manga” debido a que fue el autor de obras trascendentes como Janguru Taitei (Kimba, el león blanco), Tetsuwan Atom (Astroboy), Ribbon no Kishi (La princesa caballero), entre otras, todas mundialmente conocidas.

Por la década de los 60 se abandona el estilo infantil de Disney y el manga pasa a ser un medio para contar historias más adultas. Así nacieron subgéneros dentro de las publicaciones como el horror, historias de samuráis, yakuzas, el erotismo, entre otras. Durante la reestructuración económica de Japón, la sociedad ya exigía más publicaciones, por lo que las editoriales comenzaron a publicar historias semanalmente y debido a esta flexibilidad, el manga se convirtió en uno de los medios de comunicación más importantes del país.

En 1982 llegaría un manga que impulsaría a la industria del anime y se difundiría popularmente por todo el planeta: Akira, la obra de Katsuhiro Otomo que reconfiguró el entretenimiento nipón y se transformó en una referencia que se mantiene vigente hasta la actualidad. La década de los 80 fue la época dorada del manga, y allí surgieron mangakas —como se llama a los creadores de manga— con ideas bastante interesantes. De ellos, los más conocidos son Akira Toriyama, creador de Dragon Ball, Masamu Kurumada, creador de Saint Seiya (Los caballeros del Zodíaco) y Youichi Takahasaki, creador de Captain Tsubasa (Supercampeones), entre otros.

A pesar de los cientos de publicaciones de manga que salen a la luz año a año, existen algunos que marcaron una época, ya sea por sus estilos, sus historias, o por lo masivo que llegaron a ser en su tiempo. Son ampliamente reconocidas en todo el mundo y tienen su legión de seguidores, pero si todavía vives debajo de una roca y no has escuchado absolutamente nada sobre manga, aquí te listamos 3 de los que se consideran las obras más emblemáticas del mundo del manga, y que sin duda debes leer para iniciarte.

Aunque el manga no fue tan conocido en occidente, no se puede decir los mismo del anime, ya que la serie animada marcó la infancia de todos aquellos que crecimos en los años 90. Las batallas eran épicas, masivas y ágiles. Más de alguno que seguimos esta serie intentamos en alguna ocasión tratar de convertirnos en Super Saiyajin o levantamos las manos para ofrecer nuestra energia a Goku. Así que, si pensabas que el anime era bueno, debemos decirte que el manga es todavía mejor.

Ya hablamos del manga de horror, pero como no mencionamos ninguna obra al respecto, no hay mejor opción que recomendar al gran maestro del género. Junji Ito es reconocido y respetado por cualquiera que sepa de manga, y sus trabajos espeluznantes demuestran que realmente se puede asustar usando el gore, mucho de psicología y guiones envidiables. Cualquiera de las obras de Ito vale la pena, pero Tomie, la historia de una hermosa y seductora asesina inmortal, es una de sus mejores. Si alguno todavía piensa que el manga y las historietas son cosa de niños, necesita urgentemente leer el trabajo de este hombre.

El manga tuvo una obra homónima de anime que fue un referente del cyberpunk y la sociedad descompuesta tras la hipotética Tercera Guerra Mundial. Una vez lees este manga, se nota a las claras la influencia directa en las obras que nacerían después, tanto que incluso la imagen de Kaneda derrapando su motocicleta después de enfrentar al payaso ha sido homenajeada innumerables veces en occidente… incluso por otros referentes como Batman.