Todos los que hemos utilizado emuladores conocemos de primera mano los ROMs, los cuales podemos conseguir fácilmente en internet. Constan de un archivo el cual contiene el juego en cuestión, y aquí nos nace otra pregunta: ¿como se obtiene este archivo?. Para copiar los juegos empaquetados en CD, simplemente se utiliza un software para clonar la imagen y volverla digital en un archivo .ISO. De esta manera es mucho más sencillo realizar copias y distribuirlas por internet, pero en el caso de los cartuchos es un poco más complicado, ya que se requiere un adaptador especial para poder copiar la información de la tarjeta a un disco y de esa manera clonarlo en el PC.

Existe una controversia en cuanto a la creación de ROMs, ya que se tiende a creer que es ilegal su distribución, como toda vez que se aplica la misma ley de derechos de autor en cualquier obra de terceros. Esto sigue siendo una polémica ya que se defiende que, si copias juegos que has comprado, por lógica ese producto pasa a ser parte de la propiedad del comprador... sin embargo, el trabajo creativo que contiene el producto sigue perteneciendo al desarrollador. Mientras este debate llega a su fin podemos disfrutar los videojuegos sin ningún temor a ser perseguidos, ya sean los originales o versiones “bootleg”.

Es que sí, un ROM es el archivo que contiene el juego, pero si podemos manipular la información que contiene también podemos “crear un nuevo juego” a partir de allí. Si hay algo que ayudó a popularizar la emulación fueron precisamente los “ROM Hacks”, o “versiones bootleg”, que no son más que una modificación al juego original, cambiando personajes, niveles de dificultad, o hasta en algunos casos, solucionando bugs de origen.

Si bien es cierto que hasta la fecha, casi cualquier consola se puede emular, los dispositivos que se requiere para manejarla han tenido tropiezos y limitaciones. Esto lo podemos ver en el caso del Nintendo Wii, consola cuya premisa es el movimiento y, por lo tanto, se necesita una barra que capture el movimiento del control o su vibración. Aunque existen maneras de adaptarlo al entorno de PC, sigue siendo una manera muy rudimentaria y que no satisface la demanda del jugador de la misma forma que la consola real. Este también es el caso del control del PS3 y PS4, el cual contiene un panel táctil que es necesario para muchos juegos, volviendo más compleja la compatibilidad. ¡Y ni hablar de la función del Nintendo 3DS con los soplidos al micrófono!

Existe también otro problema al momento de hacer funcionar un sistema en otro anfitrión, el cual aparte de necesitar más potencia, requiere cierta compatibilidad; ¿a qué nos referimos con compatibilidad? Con esto nos queremos referir no solo al hecho de que un emulador pueda correr ciertos videojuegos o programas, sino también a la calidad en que este lo hace, cosa tanto más importante aún. Al realizar un emulador desde la ingeniería inversa, no se tienen certezas sobre qué complementos se utilizan, llegando a provocar cierres inesperados o comportamientos inadecuados. Uno de las que más se notan es el sonido, porque aunque no lo parezca, en ocasiones resulta ser lo más difícil del emulador, dejando juegos con buena fluidez gráfica pero con sonidos entrecortados o desfasados.

Llegando a este punto podríamos creer que todo el tema de la emulación está pensado únicamente para el ámbito del videojuego, pero aunque este nicho es en el que más se desarrollan emuladores, tenemos otras tantas aplicaciones que se utilizan para otros roles, sobre todo en el desarrollo de aplicaciones móviles y programas para PC. La emulación es ampliamente utilizadas en diferentes ámbitos para fines comunes, tener un entorno controlado para realizar tareas de desarrollo y pruebas de software o pulir las aplicaciones antes de lanzarlas al mercado; tal es el caso de Android, cuyo emulador es un punto vital para los programadores de aplicaciones.

En este ámbito tenemos programas que pueden correr sistemas operativos como MAC o Linux dentro del entorno Windows, sin necesidad de particionar el disco —con el tiempo que conlleva reiniciar para pasar de uno a otro— o perder archivos, en un ambiente controlado y con más facilidades. La emulación tiene mil y un utilidades, y como tantas otras cosas, depende de la imaginación o necesidad del usuario.