Empezamos por un punto candente, y es que Kingdom Come: Deliverance es un juego impactante pero que no parece estar optimizado. Esto significa que no todos son capaces de correr el juego con un alto nivel gráfico e incluso quienes cuentan con buenos equipos pueden sufrir fallos de performance, pero más allá de todo no podemos negar los paisajes que nos rodean. Ya sean colinas, bosques, castillos en la lejanía, construcciones típicas de la época, ríos, lagunas o pantanos, más de una vez nos cruzaremos con fondos que invitan a detenerse, tomar un momento para admirar la vista, respirar profundo y seguir.

Con misiones que otorgan tanta libertad, los resultados pueden variar según el momento del día, y ver un atardecer o amanecer en Kingdom Come es un espectáculo que no pasa de moda. Está claro que este es un juego de rol y que en varios momentos tendremos que luchar por nuestra vida, pero no hay mejor forma de sentirse vivo que estar rodeado de la naturaleza. ¡Lástima que en tus capturas de pantalla no sale el canto de las aves!

Para los obsesivos de las misiones perfectas, este es un juego ideal. Para aquellos que sienten curiosidad por las distintas formas de resolver una situación, este es un juego ideal. Para los que busquen una historia con varias maneras de interpretar al personaje, este es un juego ideal. De hecho, podemos decir que sería todo un desperdicio abandonar Kingdom Come: Deliverance tras una única partida o dedicándose únicamente a la historia principal.

Las misiones secundarias son abundantes, por lo que podemos pasar horas y horas descubriendo nuevas líneas de diálogo o personajes que busquen nuestra ayuda. Por otro lado, podemos orientarnos al sigilo y envenenar las flechas de nuestro arco o dejar que hable nuestra espada, así como podemos adentrarnos poco a poco en la nobleza o comportarnos como bárbaros. Es cierto que casi todos los buenos RPG nos ofrecen libertad para jugar, pero Kingdom Come: Deliverance es un continuo viaje de aprendizaje y descubrimiento de nuevas tácticas a probar.

Si bien el juego es bueno gráficamente, el realismo viene de la mano con el comportamiento de los personajes y el entorno. Por ejemplo, basta analizar cómo funcionan los NPC de comercio: cada uno tiene una rutina y horarios distintos, pero a su vez su manejo del dinero es “real”. Esto significa que tras la jornada laboral vuelven a su domicilio o pasan un rato en la taberna local, depositando el dinero generado en el día o los objetos que no pudo vender en un cofre hasta la mañana siguiente. ¡El momento ideal para robar!

Otro detalle de realismo es que cada pueblo se siente “vivo”, con gente que da limosna a los mendigos, bandidos que roban cuando encuentran el momento justo o ciudadanos de a pie que no desprecian la carne de nuestras presas tras un rato de cacería. ¿Te imaginas ir a caballo y golpearte la cabeza contra una puerta por no calcular la altura? Eso no es tan raro, pero cuando nos pasó, una señora que pasaba cerca se burló de nosotros. Parece tontería, pero de esos momentos ese juego está lleno.

Sí, es cierto que el endgame estaba un poco desbalanceado previo a la última actualización, o que tarde o temprano se vuelve sencillo conseguir dinero y buen equipo si nos dedicamos a robar… pero justamente, tampoco es que robar sea una conducta admirable. Mientras otros juegos apelan a lo sobrenatural (Skyrim, The Witcher) y nos transforman de buenas a primeras en seres de enorme poder, en Kingdom Come no somos más que un chico aprendiendo a usar armas y codeándose con gente que en otro contexto nunca hubiéramos conocido.

Muchas veces tenemos que correr y escondernos, otras tendremos que hacernos a un lado y dejar que los soldados entrenados hagan lo suyo. En cuanto al diálogo, parte importante en este juego, no siempre es sencillo convencer a alguien de lo que queremos. Kingdom Come: Deliverance es un juego que por momentos se vuelve muy cruel, con un protagonista que varias veces cuestiona nuestra moral. Si te gusta justificar que es un videojuego y terminar como el más OP, bien puedes hacerlo, pero KCD se disfruta muchísimo más si te gusta rolear.

Bueno, no podemos tapar el sol con los dedos, pero si no jugaste Kingdom Come y solo te guías por comentarios al azar, tal vez parezca que todo es un desastre. En realidad, y como siempre pasa en juegos de este estilo, tener tanta libertad a veces es un problema, con bugs que pueden aparecer si no se respetan ciertas condiciones. Además, la falta de optimización hace que puedan aparecer bajones fps, pero todo esto son cosas que ya se están corrigiendo y no alcanzan a opacar este gran RPG histórico y realista.

Los fallos no son tan frecuentes como se pintan, pero el juego es tan adictivo que muchas veces simplemente ignoras los fallos para volver a intentar. De hecho, y con mentalidad optimista, este tipo de situaciones son una “oportunidad” para volver atrás y experimentar las misiones de manera distinta a lo que hicimos anteriormente. Quizás otro error es la forma en que Warhorse Studios decidió manejar el “final”, dejándonos la historia abierta y servida en bandeja para futuros DLC o una secuela, pero créannos cuando decimos que ningún amante de los juegos de rol debería dejar pasar este diamante en bruto.

En un terreno invadido por los JRPG o las historias con magia y dragones, Kingdom Come es un oasis de agua fresca, que de paso nos abre la mente y hasta nos pega la curiosidad por la política bélica de Europa en la Edad Media.