Hacia fines del Siglo XIX, Allen Walker se alista a la Organización de Exorcistas para destruir a los Akuma, unas armas mecánicas creadas por el Conde del Milenio con el sufrimiento de las almas de los muertos. Los exorcistas tienen el poder de controlar y utilizar “la inocencia”, una sustancia divina que, se supone, es la materialización de la voluntad de Dios. Hay 109 inocencias alrededor del mundo, y cada una confiere un poder único a su portador. Cuando una inocencia encuentra a su “huésped”, se desarrolla hasta convertirse en una potente arma para combatir a los Akuma.

En ambos animes está presente la lucha entre los exorcistas contra una clase de demonios cuyo objetivo es destruir a la humanidad, y ambos comparten una atmósfera oscura clásica de los Shounen. Tanto Allen como Rokuro tienen su arma secreta en el brazo que se transforma en una garra gigante para combatir a los Kegare y los Akuma respectivamente. La principal diferencia entre los dos protagonistas es que Rokuro es más temperamental e impulsivo que Allen.

Los humanos y los demonios son dos caras de la misma moneda, como también lo son los mundos en que unos y otros habitan: Assiah y Gehenna. La capacidad de viajar entre ambas dimensiones sólo es posible a través de la posesión demoníaca. Rin Okumura, cree que es un adolescente como cualquier otro, hasta que descubre que es nada menos que el hijo del propio Satanás, el dios de los demonios. Cuando Satanás aparece para reclamar su paternidad, el padre adoptivo de Rin, se sacrifica para salvarlo. Rin entonces decide convertirse en exorcista, y no parará hasta derrotar a Satanás.

Ao no exorcist es quizás el primer título que se nos viene a la cabeza después de ver el primer capítulo de Sousei no Onmyouji. Rin y Rokuro tienen una personalidad similar, son rebeldes, tercos, pero con un fondo tierno. Ambos tienen un conflicto interno, son reticentes a aceptar su verdadera naturaleza en un principio pero luego la asimilan e intentan hacer su trabajo de la mejor manera posible. También en ambos animes los protagonistas luchan junto a una pareja que los complementa: Rokuro y Benio, los “twin star exorcists”; y Rin y Yukio, “twin brothers”.

Masahiro es el nieto del gran exorcista Abe no Seimei. Sin embargo, él ha perdido la habilidad de ver criaturas sobrenaturales, un don imprescindible para ser un buen exorcista. Por eso, Masahiro ya se había resignado a no seguir los pasos de su abuelo. Sin embargo, un día Mokkun, un mononoke que lo acompaña, le enseña su verdadero potencial para combatir contra los demonios. Con la ayuda de Mokkun, Masahiro intentará convertirse en el mejor onmyouji.

Tanto en Shounen Onmyouji, como en Sousei no Onmyouji está presente la tradición familiar y la presión que ejerce la misma para ser el mejor. Masahiro es nieto del mejor exorcista, mientras que Rokuro viene de una familia de exorcistas. En ambos animes la técnica que usan para exorcizar a los demonios es el Onmyoudo, un sistema japonés de cosmología esotérica que combina prácticas adivinatorias y magia para ahuyentar a los malos espíritus.

A finales de la Segunda Guerra Mundial un error en un hechizo del onmyouji Yakou Tsuchimikado causó el Gran Desastre Espiritual, marcando a Tokio como una ciudad maldita durante años. Unos 50 años después, Natsume Tsuchimikado, heredera del Clan, parece ser la reencarnación de Yakou. Harutora Tsuchimikado, también miembro de la poderosa familia de exorcistas, no tiene ningún poder mágico, pero debe cumplir la promesa que le hizo a Natsume años atrás y convertirse en su shikigami (las herramientas y socios de los onmyouji).

En estos dos animes los protagonistas forman parte de una tradición de exorcistas, aunque ellos reniegan de su profesión. Rokuro por no querer practicar el exorcismo nunca más y Harutora porque no tiene ningún poder especial. Sin embargo, cuando conocen a la que será su pareja destinada, descubren que forman parte de algo más grande que los sobrepasa y finalmente deben aceptar su misión.

Yato es una deidad menor, encarnado en el cuerpo de un adolescente que viste con chándal, cuyo sueño es tener miles de seguidores y llegar a ser el dios más adorado de Japón. Para conseguirlo, tiene una línea telefónica que concede y reparte deseos por la módica suma de 5 yenes (es la moneda que se ofrece en los templos). Iki Hiyori es una estudiante que al intentar salvar a Yato de ser atropellado por un bus, sufre ella el impacto y como consecuencia su alma se desprende de su cuerpo esporádicamente. Iki queda atrapada entre el mundo de los humanos y el mundo de los fantasmas. Yato, su ayudante Yukine e Iki trabajarán juntos para que Yato llegue a ser un dios famoso y para que Iki puede volver a ser completamente humana.

Aunque a simple vista estos animes no parecen tener mucho en común, tras ver el primer episodio de Noragami descubrirán que guardan varias similitudes. Los fantasmas contra los que Yato debe luchar, los Ayakashi se alimentan de de los pensamientos oscuros y depresivos de los humanos, lo que los hace bastante similar a los Kegare, que son las impurezas. Por otro lado, los dos protagonistas necesitan un amuleto que active su poder. En Sousei no Onmyouji, los exorcistas necesitan de los “talismanes”, mientras que en Noragami, los dioses necesitan de un “tesoro sagrado” (un ayudante) para combatir a los fantasmas. Además, tanto Yato como Rokuro comparten un pasado oscuro que se irá revelando durante la trama de los animes.

Rikuo Nura quiere tener una vida normal, lejos de la maldad y de los youkai (monstruos japoneses). El único problema es que él es ¼ youkai, al ser nieto del gran Nurarihyon, comandante yokai de la región. Su abuelo quiere que Rikuro sea el heredero del clan Nura, pero él intenta mantener su naturaleza en secreto, ya que solo se transforma en yokai por las noches y durante 6 horas. Cuando sus amigos humanos y yokai son amenazados por los enemigos de Nurarihyon, Rikuo deberá tomar partido en la batalla.

Tanto Rokuro como Rikuo –¿se parecen los nombres bastante no?- son dos personajes que intentan renegar de su condición, pero cuando sus seres queridos corren peligro, los dos deciden aceptar su verdadera naturaleza.