En su camino hacia la casa de Haruka, Makoto se cruza con un pequeño gatito que retoza sobre un escalón. Tomándose un tiempo para dedicarle unos mimos, ya podemos notar que nuestro bombón tiene gran afición por las mascotas. En el capítulo 4, vuelve a cruzarse con el mismo minino pero, esta vez, se detiene a jugar con una varita. Sin dudas, la manera de ser de Mako-chan hace un poco previsible su cariño hacia los bichitos.

No solamente se da bien con los felinos. En capítulos más avanzados, vamos a ser testigos de un matsuri —festival japonés— al cual asisten los cuatro amigos cuando eran chicos. Uno de las actividades típicas en esta clase de eventos es el kingyo sukui (agarrar un pececito dorado con una cuchara hecha de papel). Los niños logran atrapar uno para cada uno pero, a pesar de ello, ¿adivinen a quién eligen para que los cuide? Al más amoroso y apto: nuestro adorado Makoto.

Para hacer justicia, tenemos que confesar que todos los integrantes de Free! poseen cuerpos infartantes. Cada uno con su encanto especial, los atletas de esta serie son un menú sumamente exquisito para los amantes de la anatomía perfecta. Makoto, tal como Rei, sobresale por su altura. Delgado y musculoso, su mejor parte son los trapecios, probablemente resultado de su estilo de nado de espalda, en el cual se destaca.

Piernas largas, espalda ancha y brazos musculosos son tres características que no pasan inadvertidas en ningún ser humano, y menos cuando todo eso se encuentra adornado con dos luceros verde mar que brillan desde lo alto. De apetito medio, y con mucho gasto de energía por culpa de los entrenamientos, este dios del agua despliega su abdomen bien marcado cuando viste traje de baño. ¡Dios bendiga los deportes acuáticos!

Si ya no se desmayaron de ternura con lo de los animales y el físico, con esta característica les vamos a dar ganas de llenarlo de besos y abrazos. En el episodio en que los chicos deciden visitar su viejo club de natación abandonado, vemos a nuestro Makoto al borde de un ataque de nervios por la simple posibilidad de algún espíritu rodando por el lugar. Escudado detrás de Haruka, Makoto pone esa clase de carita de susto que mata de amor a quien lo vea.

La anécdota sobre los miedos deja de ser graciosa cuando el tema cambia de las apariciones a nadar en el mar. Cuando niño, Makoto solía frecuentar en el puerto a un simpático anciano que era pescador. En una de sus salidas al océano, el barco del viejito naufragó, dando como resultado el fallecimiento de éste. El tifón no solo se cobró la vida de muchos trabajadores, sino también destruyó la confianza de nuestro amoroso joven sobre nadar en aguas saladas. Inconscientemente relacionando al mar con la muerte, Makoto se las verá más que negras cuando, en el episodio 6, tenga que ir a entrenar en aguas abiertas.

A esta altura del campeonato, no los vamos a sorprender si les decimos que Makoto es uno de esos seres que tiende a ver el vaso medio lleno. Claramente positivo y altruista, él siempre logra incentivar a sus acompañantes para que vean el lado brillante de la vida, sacando a relucir lo bueno de cada situación. Un ejemplo es el cómo maneja la relación con sus pequeños y revoltosos hermanos: desde darle parte de su almuerzo para que no se peleen hasta prometer salir con ellos de campamento para que no se sientan dejados de lado o tristes.

Y, hablando de campamentos, este tópico nos trae a la mente el capítulo 5, en el cual Makoto soluciona el problema de hospedaje de su club cuando todos deciden entrenar en la playa. Por falta de fondos, ya estaban descartando la excelente idea de nadar en un archipiélago de islas pequeñas y deshabitadas. Sin embargo, y dejando de lado el hecho de su terror hacia el océano, Makoto comenta la opción de usar su equipo de campamento para abaratar costos, y así poder efectuar el paseo.

Este jovenzuelo tiene cariño de sobra, tanto para familiares como para amigos. Makoto es una especie de hermano mayor, que extiende sus brazos protectores hacia todo el que quiera ser parte de su círculo interno. Pensando siempre en los demás, el joven atleta demuestra su interés con pequeños actos que dejan en evidencia su enorme corazón: intentar que sus hermanitos no se peleen, buscar a Haruka para que no llegue tarde a clase o evitar que se tire de cabeza en piletas de agua helada, contactar a Rin para que sume nuevamente a ellos, ir a un entrenamiento a mar abierto que lo aterroriza solo por compartir con sus amigos ese momento… y hay más ejemplos.

Una escena que nos resultó, en especial, súper adorable, es la que sucede en el capítulo 8 cuando, luego de un mal momento que tuvo que sufrir Haruka, el grupo se reúne en su casa a esperarlo para darle ánimos. Al hacerse tarde, Makoto les dice a los demás que retornen a sus hogares. Cuando Haruka finalmente regresa, encuentra a su genial amigo dormido contra la pared de la puerta de entrada, sosteniendo el teléfono celular que el primero se había olvidado. En el aparato había un hermoso mensaje de voz de parte del grupo. ¿Qué decía el mensaje? ¡Vean la serie y lo descubrirán!