Masamune es un chico que confía plenamente en sí mismo, al punto que no cree que su plan de venganza contra Aki vaya a fallar. A lo largo del anime vemos como Masamune demuestra una seguridad infalible en el esquema de vendetta que ha ideado, así como también en sus habilidades para atraer a la princesa de hielo, una chica que nunca fue conquistada a pesar de los incansables intentos de decenas de muchachos. Además, notamos esta confianza por las cosas que dice, halagando a las estudiantes de la escuela —logrando que chillen enamoradas— y desenvolviéndose como pez en el agua entre la población femenina, lejos de ponerse nervioso o dudar de sus cualidades. Ciertamente, Masamune es un galán triunfador por donde se lo mire.

Ocho años pasó Masamune entrenando en las montañas con su abuelo para deshacerse del peso de más que lo convirtió en objeto de crueles burlas cuando era niño. ¡A esto llamamos ser perseverante! Pero no es solo eso lo que convierte a Masamune en una persona dedicada, sino también sus constantes esfuerzos por acercarse a Aki, quien no deja de poner piedras en su camino... o el de cualquier chico, si vamos al caso. El muchacho ha demostrado ser la definición de perseverancia, no dejándose intimidar por las evasivas de la joven e insistiendo en formar un vínculo con ella, para luego poder romperle el corazón.

Sabemos que Masamune Makabe pasa horas entrenando su cuerpo para poder mantener el peso y su apariencia, controlando los alimentos que ingiere y jamás dejándose tentar por las comidas altas en grasas que su madre le prepara. Todos los días, al regresar de la escuela, Masamune corre a su habitación a ejercitarse, para luego pararse sobre el espejo a admirar los resultados. Su narcisismo no hace más que crecer cuando las chicas se paran a observarlo y suspiran embelesadas, pero lejos de ser algo negativo, Masamune se las ingenia para hacerlo ver como algo todavía más atractivo en él, haciéndonos creer que no se pone hermoso para subir su ego, sino para hacernos la vista todavía más feliz.

Pocos saben del pasado de Masamune como un niño gordito, imagen que él trata de borrar continuamente de su mente, pero que usa como incentivo para mantener su ahora esbelta apariencia. En su habitación, que también hace las veces de gimnasio, tiene pegada una foto suya junto a su torturadora, Aki, que le recuerda algo que no quiere volver a ser. Seamos honestos, ¡el Masamune rellenito es totalmente adorable! Aun así, él se esfuerza con esmero a alejarse cada vez más del niño que alguna vez fue, víctima de las crueles burlas de otros niños. Todos sabemos que un pasado tan oscuro puede explotar en cualquier momento y llenarnos de problemas, pero a la vez, todo ese aire misterioso en Masamune nos hace querer pasar más tiempo con él, descifrando esa enigmática belleza.

Pese a la seguridad que demuestra tener en sí mismo, Masamune puede pecar de paranoico algunas veces. Esto se ve cada vez que se siente arrinconado y piensa que su pasado oscuro puede llegar a salir a la luz. Al principio del anime vemos cómo Masamune entra en pánico cuando unas chicas parecen estar acusándolo de pervertido, pensando que su imagen como chico cool se verá destruida por este incidente. Luego, el malentendido se aclara y Masamune se aleja del lugar sacando a relucir su lado más confiado.

En otra oportunidad, cuando una nota con el apodo que tenía cuando era pequeño llega a sus manos, Masamune se pasa todo el día pensando que pronto sus compañeros y profesores se enterarán y comenzarán a burlarlo… aunque es entendible, porque probablemente todos reaccionaríamos así en esa situación. Que alguien tan seguro de sí mismo, irónicamente, sea tan inseguro, le da el nivel justo de ternura a este personaje.