En esta entrega de la saga Digimon, Media Vision ha creado de nuevo un universo en el que el Mundo Digital está al alcance de todos los habitantes de la Tierra. Ya no es algo especial ser un niño elegido, por lo que ahora todo el mundo puede acceder al Mundo Digital y disfrutar de su vida tanto allí como en el mundo real.

En este Mundo Digital al que todos pueden acceder también se ha abierto la veda para que malhechores de todas partes entren a sembrar el caos, y nosotros como detectives tendremos que detenerlos. El diseño del Mundo Digital es bastante simple, con formas geométricas y diseños que emplean circuitos y un color azul celeste general. Lo interesante llega cuando las distorsiones que ocurren en él se mezclan con nuestro mundo, dando lugar a una realidad que se fragmenta. Una mezcla perfecta que dentro del juego ayuda a ver cómo tanta accesibilidad es peligrosa para la propia realidad, y será nuestro trabajo arreglar todas esas erratas.

Ahora tenemos Arcadia Bay, la ciudad en la que ocurre la historia del aclamado título Life is Strange, en el que Max y Chloe, una de ellas con la capacidad de retroceder en el tiempo, se ven inmersas en una trama un tanto sobrenatural mientras intentan seguir la pista a Rachel, una amiga de Chloe que ha desaparecido. Life Is Strange utiliza completamente la estética indie, y Arcadia Bay es una ciudad costera en la que todo parece estar en su lugar, donde el sol brilla a través de las hojas de sus árboles e ilumina las casas en primera línea de playa, o ese típico diner americano.

Tras este filtro que pareciera salido de Instagram se encuentran escenarios llenos de detalles y pequeñas cosas que debemos fotografiar durante el juego. Cuando todo se empieza a torcer en Arcadia Bay, la ciudad se torna un poco oscura y aún así, el aspecto gris que toma sigue estando completamente perfecto y cuidado. Pájaros muertos en los jardines, varamientos masivos de ballenas en la orilla de la playa... Arcadia Bay es una ciudad pequeña y bonita, pero también oculta grandes misterios, y en Life Is Strange podemos —y debemos— explorar todos sus secretos.

Como ya nos tienen acostumbrados en la saga Bioshock, su tercera entrega, Bioshock Infinite nos presenta de nuevo una sociedad oscura y turbia pero muy bien maquillada, esta vez un poco más antigua que la que habitaba Rapture. Esta entrega tiene lugar antes que estas y se desarrolla en Columbia, una ciudad de aspecto cálido y maravilloso que flota en el aire, creada como un experimento del gobierno estadounidense y enviada a rotar alrededor del globo para que todo el mundo pueda disfrutar y ver tal maravilla.

Columbia tiene una arquitectura exquisita y muy bien pensada, y además está plagada de estatuas que conmemoran iconos de la sociedad y la religión. Lo más interesante es el sistema de aerocarriles que recorren los puntos más altos de la ciudad, gracias a los que podemos viajar rápidamente entre ciertos puntos de la ciudad y disfrutar de una experiencia cercana a volar mientras observamos las fantásticas vistas que nos ofrece. Columbia sin duda es la ciudad perfecta para ocultar una de las sociedades más míseras del mundo de los videojuegos.

Como todos sabemos, la saga Kingdom Hearts se basa en un gran porcentaje en recorrer mundos tanto originales como adaptados de las películas de Disney y resolver los problemas de los habitantes de ellos, al mismo tiempo que avanzamos en la historia. Estos mundos diseñados a modo de salas y bastante cerrados funcionan bastante bien con la jugabilidad de los títulos, y uno de los mejores y más originales es el de Villa Crepúsculo.

Esta ciudad se encuentra situada entre la luz y la oscuridad y es atacada frecuentemente por incorpóreos. En ella viven Hayner, Pence y Olette, amigos de Roxas. Esta ciudad tiene un gran sistema de túneles subterráneos y una plaza perfecta para pasar la tarde jugando al Struggle. Sus calles están llenas de tiendas y tiene muchas cuestas y riscos donde practicar con el skate. Lo más curioso y mítico de esta ciudad es su iluminación, y es que como su propio nombre indica siempre está atardeciendo, por lo que el cielo muestra esos tonos entre naranja y azulados tan melancólicos, perfectos para ser observados desde la torre del reloj de la estación. ¡Villa Crepúsculo y su canción son la combinación nostálgica por excelencia!

De todas las regiones que hay en Pokémon, ninguna ha sorprendido tanto a los fans como lo hizo Hoenn en su día. Tras Kanto y Johto, desde Game Freak crearon una tercera generación de pokémones que dio un giro de 180º a su franquicia y le dió más vida de la que tenía. Una generación llena de color, huellas en la arena, reflejos en el agua y un montón de territorio por explorar.

Este territorio se llama Hoenn, y es una región tan diversa como encantadora, basada en la región japonesa Kyuushuu y como tal, con gente que tiene muy en cuenta las relaciones y la bondad. Hoenn tiene una gran cantidad de ecosistemas, desde uno volcánico a uno lluvioso y húmedo, pasando por prados verdes o bosques gigantes con casas en las copas de los árboles, además de una gran porción de océano navegable en el que encontraremos islas, ciudades flotantes e incluso grutas submarinas para explorar. Todo esto hace de Hoenn uno de los terrenos más cargados y ricos vistos en Pokémon.

En Super Mario Odyssey, Nintendo ha creado un universo colorido y fantástico lleno de diversidad. Todos estos mundos que visitamos son bastante originales, aunque en algunos de ellos podemos encontrar referencias a otros mundos que ya visitamos en videojuegos de la misma franquicia, como los mundos de hielo; pero si alguno destaca por su colorido y su variedad de formas y jugabilidad, ¡ese es el Reino de los Fogones!

Mario recorre el terreno de unos simpáticos lugareños con aspecto de tenedor que lo ayudarán a explorarlo, pero todo el reino está rodeado por una sustancia rosa que arde como la lava y las montañas están hechas de comida cristalizada. En este reino encontraremos bloques de queso que podemos romper para acceder a nuevos sitios, ollas llenas de caldo que nos darán energilunas si echamos los ingredientes correctos y cañones que nos lanzarán de una punta a otra del mapa. Lo más destacado es la olla gigante que se encuentra en la cumbre del volcán, en la que se está cocinando el guiso más famoso del reino y que tendremos que salvar del ataque del malvado Chefarraco. ¡Este mundo le abre el apetito a cualquiera!

Shadow of the Colossus es un juego con una historia de proporciones épicas y con un diseño magistral. Wander, un chico jóven, deberá acatar las órdenes y peticiones de unos caprichosos dioses para que éstos le devuelven la vida a su enamorada, teniendo que enfrentarse a gigantescas construcciones de piedra, escalándolas y poniendo hasta su último esfuerzo en derrotarlas. El diseño de Shadow of the Colossus es muy interesante puesto que Fumito Ueda pone en práctica lo que él mismo impuso, el llamado “diseño por sustracción”; este señor elimina todos los elementos del juego de los que se puede prescindir, dejando al jugador con poco más que una barra de vida en la pantalla.

Este diseño hace que el vasto mundo que es la Tierra Prohibida, un paraje inhóspito que tendremos que recorrer para llegar a los colosos, tome más protagonismo, haciendo que el jugador experimente de forma más cercana la sensación de soledad y de ser pequeño dentro de un universo tan enorme. Son tierras áridas y desoladas las que componen este mundo, y están aisladas del exterior por una cordillera montañosa. El punto más interesante de este juego es cuando el propio enemigo se convierte en parte del escenario, ya que está hecho de piedra y presenta características propias de una edificación, teniendo que escalar gracias a las cornisas, plantas y pelo de su estructura. Sin duda alguna, la ambientación de Shadow of the Colossus es una de las más apabullantes del mundo de los videojuegos.

The Witcher 3: Wild Hunt es uno de los juegos más aclamados de los últimos años por los jugadores, y tiene varias características que lo convierten en indispensable. Su historia principal —casi carente de fallos— y la gran cantidad de misiones secundarias que nos ofrece necesitan un gran apoyo, y ese apoyo es el terreno. Como buen juego de mundo abierto, The Witcher 3 va un paso más allá y ha creado un vastísimo territorio para ser explorado por los jugadores.

Este mundo se divide en varias zonas y una de las más bonitas son los Reinos del Norte, un grupo de estados humanos al norte de los montes Amell. Sus habitantes son en su mayoría humanos, pero a través de sus diversas formaciones montañosas también se encuentran comunidades de elfos, enanos y otra razas que a veces se ven desfavorecidas por cuestiones raciales. La costa del territorio que ocupan estos reinos tiene ciudades pequeñas y acogedoras como Cidaris, rodeada de mar, o Skellige, un sistema de islas al sur. El mundo de The Witcher 3 es uno de los más extensos de la historia de los videojuegos, pero no lo suficiente extenso para cualquier jugador que se precie.

Tras vivir una gran cantidad de historias en versiones de Hyrule tan distintas como la saga The Legend of Zelda nos tiene acostumbrados, en su última entrega, Breath of the Wild, Nintendo ha decidido juntar varios de esos Hyrule en uno gigantesco y ofrecerlo como territorio inexplorado para que vivamos una gran aventura. En este Hyrule formado por cuatro regiones principales encontraremos una gran cantidad de ecosistemas y distintos tipos de terreno.

En sus montañas podremos pasar horas escalando y explorando cada rincón para encontrar hasta el último de sus santuarios. Podremos subirnos a las gigantescas Torres Sheika para dar un vistazo rápido al terreno y ver dónde queremos ir. Este Hyrule post apocalíptico nos muestra restos de la gran civilización que lo habitaba al encontrar monumentos derruidos, grandes construcciones y una arquitectura exquisita en la llanura del castillo y los alrededores de las ciudadelas. La región de los Zora es un punto a destacar pues probablemente sea la ciudadela más bonita de todo el juego. Si queréis empezar esta aventura, domad un caballo y no dejéis ni un rincón de su inmenso mapa sin explorar.

En el puesto número uno tenemos el mundo de uno de los videojuegos de mundo abierto por excelencia. Skyrim y la provincia homónima de Skyrim, un extenso terreno situado al norte del continente de Tamriel. En Skyrim podremos disfrutar de una trama completamente abierta en la que la historia principal de nuestro personaje puede quedar completamente eclipsada por las misiones secundarias que decidamos llevar a cabo, para así crear nosotros nuestra propia aventura.

La provincia de Skyrim se caracteriza por el clima es frío en casi todas sus zonas y porque la mayor parte del terreno está compuesto por inmensas montañas esperando a ser escaladas. Mientras recorremos sus terrenos encontraremos una gran cantidad de templos y cavernas plagados de enemigos pero que albergan valiosos tesoros, además de muchos pueblos pequeños y villas donde comerciar y tratar con los lugareños. Así es como Skyrim nos invita a adentrarnos en sus bosques y galopar por sus llanuras, explorando cada rincón y forjando nuestro propio destino. Un juego que tiene la libertad por bandera y que nos mantendrá horas frente a la pantalla, ¡pero al menos en un hermoso mundo a explorar!