Cuando pensamos en steampunk jamás se nos viene a la cabeza robots vaqueros. Robots por su puesto, pero esa segunda parte no es tan natural como la primera. Sin embargo, ya cuatro títulos de la saga de SteamWorld han demostrado que esta combinación es una ganadora. En SteamWorld Dig 2 regresamos al estilo de juego que catapultó la popularidad de la franquicia: un metroidvania ambientado en las profundidades de una mina. Déjanos decirte que este regreso es uno triunfal.

El que en esta ocasión cada nivel de la mina esté predeterminado: a) facilita la creación de un ambiente claustrofóbico y misterioso que promueve la exploración y b) motiva que tu descenso a las profundidades sea más estratégico desde un inicio. Aun así, la mina es tu lienzo en blanco, listo para que tú esculpas a tu antojo las plataformas que te permitirá atravesar los yacimientos. Agarra tu pica y tu linterna que la tierra oculta una infinidad de secretos que solo tú puedes desenterrar.

En el mundo actual de los videojuegos, con tantos lanzamientos diarios, tu título debe distinguirse de una u otra forma para llamar la atención de los jugadores. Pocas cosas hacen voltear la mirada tan rápido como incluir elementos de las historias de H.P. Lovecraft. La literatura de terror cósmico de este autor estadounidense ha cautivado la atención de sus lectores desde hace ya varias décadas. Al estar repletos de monstruos y seres fuera de este mundo, la transición de sus elementos a los videojuegos resulta natural. O al menos así lo fue para Sundered, donde se adoptan los rasgos característicos de estas historias para contar el terrible descubrimiento de un grupo de científicos.

Su ambientación es lo mejor que tiene Sundered. Las hermosas animaciones contribuyen a buena parte de la personalidad del juego. Si algo detiene a Sundered de la verdadera grandeza es lo aleatorio que puede ser. Los enemigos aparecen sin patrón establecido por lo que en un área puedes ser bombardeado con ellos sin esperanza real para sobrevivir. Por fortuna, acabar con las hordas resulta sumamente entretenido. Así, sin importar cuántas veces caigas, querrás levantarte una vez más para descubrir la siniestra verdad que este mundo oculta.

El poder de los videojuegos nos permite experimentar montón de vidas distintas y tomar control de toda clase de criaturas: dragones, orcos, guerreras, brujas, emperadores, lo que se te ocurra. Rain World vio todo este potencial y decidió que su protagonista fuera un híbrido de gato y babosa. Suena ridículo, pero para nuestra sorpresa el resultado final es, bueno, adorable. Más adorable resulta si lo contrastamos con el mundo hostil en el que nuestro amigo busca su familia a la vez que desesperadamente lucha por su supervivencia.

Que el mundo de Rain World se vea cruel no es fortuito: el nivel de dificultad de este juego es bastante elevado. La meta de los desarrolladores era que te sintieras como una rata en las alcantarillas que pelea por su vida y vaya que lo lograron. Tanto así que, por momentos, Rain World puede ser sádico. Sin embargo, si perseveras, encontrarás un sombrío pero encantador juego de plataformas.

The End is Nigh podría parecer un videojuego de plataformas común a un nivel superficial, pero recuerda que las apariencias engañan. Lo mejor que podemos decir para convencerte de que le des una oportunidad a The End is Nigh es que Edmund McMillen, uno de los desarrolladores del juego, es uno de los creadores de Super Meat Boy y The Binding of Isaac. Creemos que esa es prueba suficiente de que McMillen sabe lo que hace cuando se trata de juegos de plataformas.

Creemos también que al nombrar Super Meat Boy y The Binding of Isaac te decimos exactamente lo que puedes encontrar en The End is Nigh: Un juego sombrío sumamente difícil donde morir está tan garantizado como que el sol sale cada mañana. Y the End is Nigh es, por difícil que parezca, un reto todavía mayor que Super Meat Boy. Esa oración puede tener dos efectos distintos: o empiezas a salivar o sales corriendo lo más rápido que puedes. Si fue la primera, seguro que te la pasarás bien con The End is Nigh. ¡Feliz fin del mundo!

Tras jugar Little Nightmares no podemos evitar pensar en Limbo. Ambos videojuegos combinan elementos puzzle con plataformas y son protagonizados por un pequeño que atraviesa un mundo que haría llorar a cualquier adulto. A pesar de las semejanzas, son títulos distintos: Little Nightmares se decanta mucho más que Limbo por el terror psicológico y aunque también abundan los grises en sus áreas, hay un uso interesante de color. Interesante también es la forma en la que poco a poco vas descubriendo la historia metafórica llena de suspenso que desea contar.

Aunque el juego pasa con honores en ciertas áreas, debemos enfatizar que sufre de algunos problemas como su enorme tiempo de carga. Little Nightmares, haciéndole honor a su nombre, es bastante corto. Esto no es necesariamente una desventaja, pero tampoco está de más tenerlo en cuenta. Enfréntate a todas las pesadillas que te atemorizaban de niño para descubrir si tus miedos estaban justificados.

Los mundos postapocalípticos donde exploramos las ruinas de civilizaciones pasadas tienen un cierto encanto en los videojuegos más que en cualquier otro medio. Esto probablemente se deba a que solo en los juegos podemos explorarlos a nuestro antojo, por lo que de verdad sentimos que los vamos descubriendo poco a poco. Hollow Knight logra evocar este sentimiento a la perfección. Ayuda, además, que el juego te recompense que desees conocer cada rincón del juego al irte revelando los secretos que este lugar oculta, como todo buen metroidvania debe hacer.

El mundo de Hollow Knight podrá ser oscuro, pero lo enmascara con encantadores y adorables personajes. Sabes que hizo un buen trabajo cuando calificamos de “adorables” a personajes inspirados en toda clase de insectos. Pero su diseño no es lo mejor de Hollow Knight. Este título tiene la mezcla perfecta de énfasis en combate, exploración y plataformas. A un lado, Castlevania, deja pasar, Metroid; un nuevo rey de los metroidvania ha llegado y su nombre es Hollow Knight.

De hace unos años para acá, se esparció la creencia de que Sonic nunca ha tenido buenos juegos, como si los gamers sufriéramos un caso de alucinación colectiva que nos hizo olvidar los primeros títulos del erizo más veloz del mundo. Sin embargo, es difícil culpar a estas personas cuando la mayoría de los títulos recientes de Sonic han sido mediocres en el mejor de los casos y basura llena de bugs en los peores.

Cuando estos cantos pesimistas resonaban con más fuerza, Sonic Mania llegó corriendo a desmentirlos. Sonic es divertido de nuevo. Este juego es excelente y su secreto radica en comprender que, sí, amamos a Sonic por la velocidad, pero solo eso no es suficiente para un buen videojuego. Sonic Mania comprende que en todo buen nivel de la franquicia deben existir dos partes distintas que se combinan y ensamblan: una donde puedes correr a la velocidad de la luz y otra de plataformas que sirve para explorar los niveles y encontrar todas las distintas rutas que han sido planeadas.

Esta segunda parte es igual o más importante que la primera. Las plataformas hacen que tu movimiento se vuelva progresivamente más rápido. Así, alcanzar las máximas velocidades resulta satisfactorio y mantenerlas lo es todavía más. Si tan solo Sonic Team comprendiera esto…

¿Recuerdas que al inicio del artículo dijimos que los tiempos de gloria de las plataformas habían pasado? No especificamos cuál fue esa gran era y si tuviéramos que determinar un periodo sería la década de los 90s, donde gracias al SNES, al Nintendo 64 y al PlayStation obtuvimos algunos de los mejores juegos de plataformas que jamás han existido, tanto en 2D como en 3D. Entre estos tenemos el género de collectathon, que si bien no fue inventado por Rare, en definitiva ellos fueron los que lo perfeccionaron con Banjo-Kazooie y Donkey Kong 64.

Para llenar el vacío que Rare dejó en nuestro corazón llegó un héroe inesperado: ¡Yooka-Laylee! Ja, ja, ja. Lo sentimos, no pudimos evitarlo. La verdadera heroína es A Hat in Time. Dice mucho de ambos juegos cuando los herederos de tanta grandeza pasada no es la gente que originalmente trabajó en Rare, sino un pequeño estudio indie que creció jugando sus títulos.

Un juego de plataformas solo es tan bueno como la creatividad de sus niveles. Por esto mismo A Hat in Time tiene éxito: cada mundo es distinto y busca experimentar cuando le es posible para romper la monotonía. A Hat in Time sabe cuándo es necesario reinventar el género y cuándo retomar lo que los grandes hicieron. Este videojuego sabe que al pedir que los collectathon regresen no pedimos una simple copia de lo que ya tenemos, queremos una evolución de lo que ya hemos jugado. El que, además, A Hat in Time sea increíblemente adorable solo es la cereza en el pastel.

Si alguna vez en tu vida has tomado un lápiz, sabrás que dibujar no es cosa sencilla. Dibujar proporciones, figuras y darle perspectiva nos parece, a los que no tenemos talento, magia negra cómo después de unos cuántos trazos las imágenes cobran vida. Por eso, cuando vemos las fluidas animaciones con las que cuenta Cuphead no podemos evitar quitarnos el sombrero ante su belleza. Los personajes no solo desbordan personalidad a través de sus movimientos, también nos permiten predecir sus movimientos. El arte del juego está ahí por más razones que para verse bien: anticipa los ataques de los jefes para que reacciones a tiempo.

Cuphead es más run and gun que plataformas, para ser honesto. El principal atractivo del juego es las batallas que tienes contra sus coloridos jefes. En definitiva esto es lo más memorable, pero no es lo único que puedes disfrutar. Los niveles entre jefes toman todas las fortalezas que exhibe Cuphead en las batallas y las aplica a las plataformas. El reto de estos niveles, más que en saltos complicados, radica en la ola de enemigos que buscan sabotear tu progreso mientras avanzas sin parar. Sin embargo, el diseño de los niveles es tan bueno que no necesitas disparar una sola bala para completarlos. ¿Crees estar a la altura del reto?

Nintendo es el padre de los videojuegos modernos. De no ser por esta compañía, probablemente no tendríamos una industria tan fuerte en este continente. Lo que es seguro que los videojuegos no serían lo mismo de no ser por la influencia y creatividad de la Gran N, que siempre ha impulsado a nuevas alturas a los videojuegos. La cara que siempre ha acompañado a este cambio es una regordeta, bigotona y alegre a quien llamamos con cariño Mario.

Entre algunos de sus innumerables logros, Mario salvó a la industria con su primer juego y nos introdujo (de qué forma) a las plataformas 3D con Super Mario 64. Cada nuevo juego implica un cambio de paradigma, un meticuloso análisis de lo que se hizo previamente para perfeccionarlo cada vez más y más, al mismo tiempo que se introducen nuevos elementos que revitalicen la franquicia.
Super Mario Odyssey es el último título en la línea de esta enorme y renombrada dinastía. Las expectativas que el juego tenía sobre sus hombros eran impresionantes. No solo desde sus predecesores, sino desde lo que Nintendo necesitaba que hiciera. Con el Switch recién estrenado, Super Mario Odyssey podía determinar el futuro de la consola. Después de todo, si el mismísimo Mario no lograba vender la consola a todo el mundo, ¿qué podría hacerlo?

Por suerte para Nintendo y para goce nuestro, Super Mario Odyssey ha triunfado tanto comercial como artísticamente. La nueva aventura del ex-plomero nos lleva a visitar toda clase de mundos en una verdadera travesía. Tenemos los clásicos mundos de hielo y agua, pero junto con estos encontramos otros completamente originales, como lo son New Donk City o un mundo de caramelo. La clave del éxito radica en el nivel de control que tenemos sobre Mario. Pasa un tiempo con Odyssey y después intenta jugar alguno de los juegos antiguos. Te sentirás atado por el control. Las posibilidades que Cappy; el nuevo compañero-sombrero de Mario, introduce con algunos simples movimientos te permiten atravesar los niveles de formas tan creativas como increíbles. Nada está fuera de tu alcance. Super Mario Odyssey es de los pocos juegos de plataformas donde la diversión no está solo en el acto de superar los retos, sino que incluye cada paso y brinco que das.