Aunque el primer juego, subtitulado Resurrection, surgió como aventura autoconclusiva, bien podríamos anexar Dracula: The Last Sanctuary como la obligada secuela directa que completa la historia. Se trata de un título point-and-click clásico, donde no solo debemos encontrar objetos para resolver ciertos —y en ocasiones, muy difíciles— puzzles; igualmente, la posibilidad de desplazarnos por el entorno y “enfrentarnos” a algunos enemigos es una variante interesante, especialmente cuando nos sabemos en territorio del mismísimo Drácula.

Este juego retoma la famosa historia escrita por Bram Stoker y propone una hipotética continuación, poniéndonos al control de Jonathan Harker en otro intento por salvar a su amada Mina. Lo triste del juego es que nunca llegamos a cruzarnos con el conde ya que éste se encuentra en Londres, dejando a sus novias (3, al igual que en la novela) como antagonistas del juego. Como dijimos, la recomendación es jugar también a Dracula: The Last Sanctuary, donde finalmente podemos plantar cara al famoso vampiro.

A Vampyre Story se destaca por tener como protagonista a una vampiresa, pero también porque este personaje está lejos de ser el estereotipo que utiliza su sensualidad para alimentarse de sus víctimas. Esta mujer es Mona De Lafitte, una cantante que busca consagrarse en el ambiente de la ópera parisina pero que termina capturada por el barón Shrowdy von Kiefer, un vampiro no tan temible pero sin buenas intenciones. Nuestra tarea aquí es ayudar a Mona a escapar con vida, no solo de su vampiro captor sino también de su madre.

Esta es una clásica Aventura Gráfica, con comandos point-and-click y desplazamientos mínimos, pero con buena cantidad de diálogos y mucho humor. Ciertamente no tenemos nada de acción en A Vampyre Story, pero podríamos decir que es un título que apunta a un público muy específico, amantes de un género casi olvidado y que simplemente buscan un divertimento casual. Igualmente, la historia de Mona es digna de contarse, especialmente para los que buscan escapar a los clichés… pero no tanto.

Si ponemos a Vampire Hunter D en esta lista no es porque su juego sea genial, sino porque se trata de uno de los íconos entre los vampiros y el más famoso salido del manga. Así como en la OVA Vampire Hunter D: Bloodlust, nuestra tarea en el juego es infiltrarnos al Castillo de Chaythe en busca del vampiro Meier Link, que aparentemente secuestró a Charlotte, la hija de nuestro cliente; al llegar descubrimos que no todo es lo que parece y la chica está lejos de ser raptada a la fuerza, pero peor aún, que tanto Meier Link como Charlotte fueron engañados por la poderosa vampiresa Carmilla en un intento por revivir.

La historia es genial y vale la pena conocerla, pero el juego puede resultar una copia no muy pulida de los tantos clones de Resident Evil. Aquí jugamos como D, un dhampiro mercenario que recorre el castillo resolviendo puzzles y matando todo enemigo que se interponga en su camino, aunque la movilidad y la mecánica de juego se vuelven bastante endebles —especialmente por la posición de las cámaras de juego. Si buscas un juego perfecto éste está muy lejos de serlo, pero si buscas una buena historia o una alternativa al canon de Bloodlust, Vampire Hunter D no falla.

Rayne es una vampiresa que podríamos tomar como la versión femenina de Blade, inspirando no solo esta secuela del videojuegos sino toda una franquicia de películas y cómics. BloodRayne es otra historia protagonizada por un dhampiro —estos seres mitad vampiro y mitad humano, como D— que se rebela ante la opresión vampírica y que termina como el nuevo ingreso en la Sociedad Brimstone.

La historia nos lleva por lugares insospechados, especialmente porque de buenas a primeras abandonamos la matanza de nazis del primer juego para venir más cerca en el tiempo. Con secuencias de acción y una jugabilidad típica de sta secuela se basa directamente en la búsqueda de venganza de Rayne, asesinando a sus “hermanos” y, finalmente, a su padre, el malévolo vampiro Kagan. En esta segunda entrega el aspecto gráfico mejoró muchísimo en comparación, pero eso de correr y atacar sigue siendo igual de efectivo.

Transilvania, Londres, París… las historias de vampiros generalmente nos hacen pasear por Europa. Darkwatch, a diferencia de esa mayoría, nos regala un bandido mexicano de esos que salen en las películas Western, pero convertido en un vampiro. La historia de Jericho Cross es la misma que la de tantos otros renegados, solo que él terminó asaltando un tren donde viajaba el vampiro Lazarus, que no solo lo transforma sino que lo introduce involuntariamente a la legión Darkwatch.

Para ser un juego protagonizado por un vampiro, la característica “extraña” de Darkwatch es que nos desplazamos como en un FPS de toda la vida, disparando con nuestra pistola y matando vampiros bajo la vieja ley del oeste; además, a medida que el juego avanza conseguimos armas mejores, como ballestas o escopetas. ¿Creías que todos los juegos de vampiros son iguales? Finalmente podemos darnos el gusto de llenar a nuestros enemigos de plomo como lo haría ese atisbo de humanidad en nosotros, en vez de resignarnos a eso de beber sangre ajena o tirarles agua bendita...

No son muchos los juegos del género Dungeon Crawler que podemos encontrar en la actualidad, pero los amantes de los vampiros pueden darse por satisfechos desde que existe BloodLust Shadowhunter, que nos propone un ambiente fácilmente reconocible en cuanto a mitología vampírica con mecánicas RPG de Acción. Así como enfrentamos a otros vampiros, este juego nos hace plantear una batalla todavía más importante: ¿ganará nuestro lado humano, o nos dejaremos llevar por la sed de sangre?

Los aspectos del rol están muy bien cuidados, dándonos opciones más que interesantes para crear nuestro personaje a gusto. El hecho de poder transformar humanos en vampiros a nuestro servicio es algo que no muchos otros juegos de vampiros permiten, así que cuando el clásico héroe badass ya se torna monótono, bien podemos experimentar otros métodos gracias a las habilidades disponibles. Quizás este juego indie no sea el más popular, pero sí que es uno de los mejores en lo que propone.

El protagonista original de la saga inFAMOUS suele estar asociado a la electroquinesis, pero quienes no tuvieron oportunidad de jugar Festival of Blood quizás ignoran que Cole MacGrath también era un vampiro. Lo que inició como una expansión terminó siendo un juego en sí mismo, esta vez poblando las calles de New Marais con un grupo de criaturas amantes de la sangre, liderados por Bloody Mary. Lo bueno es que la ciudad presenta varios cambios que le dan profundidad y acentúan el paso del tiempo con respecto al juego anterior.

Cole es parte integral en el rito que estos vampiros llevan a cabo para revivir a su antigua líder, por lo que termina convertido en uno de ellos. Desde ese momento entramos en una carrera contrarreloj para intentar asesinar a Bloody Mary y recuperar nuestro estado humano. El aspecto sandbox de sus predecesores se mantiene y Festival of Blood es literalmente el mismo juego pero con otra historia, así que podemos agradecer tanto el agregado de los vampiros como la mantención de lo que hizo famosa —irónicamente— a esta serie.

Tal vez no hayas prestado suficiente atención, pero la mayoría de videojuegos con vampiros han sido publicados en la década que va de 1999 a 2009, por lo que podemos concluir que se trata de una moda que inicia a fines de los 90; si es que esta moda prosperó fue en gran parte gracias a un juego llamado Legacy of Kain: Soul Reaver. En Blood Omen: Legacy of Kain el protagonista era el propio Kain, pero con Soul reaver le llega el turno a un antihéroe aún mejor: el ya conocido Raziel.

Si no alcanzaba con que sea vampiro entonces digamos que Raziel es un espectro devorador de almas, capaz de pasar del plano físico a uno espectral. Esto se traduce en una mecánica llamativa para la resolución de puzzles, en nuestro camino por cobrar venganza de Kain. Si bien el juego resulta bastante corto y simple, lo mejor aquí es la construcción de la historia y su propia mitología, además de tener ese aire tan característico de los juegos de Aventura en los 90.

Por lejos, Vampire The Masquerade: Bloodlines es el mejor juego de esta lista, únicamente relegado al puesto número 2 por no ser tan popular como el que se lleva la primera posición. Aquí jugamos el papel de un vampiro recientemente convertido que debe hacerse paso en la sociedad, aprendiendo lo necesario sobre el funcionamiento de los clanes vampíricos pero, a su vez, manteniendo en secreto la existencia de estos seres. Claro está, luego podremos dejarnos llevar por el instinto vampírico y olvidarnos de nuestra humanidad…

Al estar basado en un juego de rol de esos que jugamos con papel y dados, el juego se basa en una planilla de puntos y características. Con ellos podremos ir mejorando nuestras habilidades y definiendo nuestro personaje, también en base a las características de cada clan vampírico existente. La historia es atrapante pero más cuando logramos dominar nuestros poderes, tanto en el combate como en el arte de la seducción o la persuasión. Diálogos secretos y distintas posibilidades de conseguir un mismo objetivo siempre son un detalle a agradecer, pero este juego es además la puerta de entrada perfecta al fabuloso Mundo de las Tinieblas, y toda su mitología.

¡En la cima de este ranking tenía que estar Castlevania! Desde 1986, Castlevania dejó en claro que Drácula todavía tenía mucho para ofrecer, y hace ya 3 décadas que nos seguimos sorprendiendo con la calidad de sus juegos. Para los que hemos podido disfrutar de cada uno de ellos, Symphony of the Night guarda un lugar muy especial en nuestros corazones, siendo no solo el más representativo sino también uno de los mejores.

Tomamos el mando de Alucard (Adrian Fahrenheit Tepes), un vampiro hijo de Drácula que se somete a un sueño profundo para evitar atacar a los humanos; al sentir una extraña presencia maligna, Alucard despierta decidido a visitar Castlevania —el castillo de Drácula— y descubrir qué es lo que pasa. Symphony of the Night marcó un antes y un después gracias a su jugabilidad no lineal, y si recién estás comenzando en la saga, sin dudas vale la pena teniendo en cuenta que es bastante más accesible que Simon’s Quest u otras entregas.