Vale, en nuestra primera partida en Undertale podemos llorar en varios momentos —o no— según nuestra personalidad y cómo encaremos la historia, sin embargo, esta vez nos toca hablar de uno de los finales más emotivos de todos y que únicamente puedes obtener al volver a iniciar el juego: la ruta pacifista.

En cuanto a historia, la ruta pacifista nos lleva a buscar una forma de salir victoriosos de nuestros combates frente a los diferentes monstruos del juego —¡jefes incluidos!— pero perdonándoles la vida y entendiendo sus motivaciones, con cierto giro de guión que nos hace ver quién es realmente el verdadero villano. En esa batalla final, salvar la vida de quienes antes nos enfrentaron es solo un comienzo para las lágrimas, porque el verdadero festín lacrimógeno viene cuando ese “villano”, Asriel Dreemurr, revela sus verdaderas intenciones... y el impacto mayor cuando revela su verdadera forma. No hay manera de no empatizar con estos personajes, pero peor aún, no hay forma de no sentirse miserable como jugador al dañar a estos entrañables seres… ¡y ni hablar cuando los acabas a todos en la ruta genocida!

Cuando todavía estamos con el hype por el anuncio de la secuela de este juego, todavía seguimos bajo el impacto de la historia de John Marston, personaje al que controlamos en la serie de eventos que componen Red Dead Redemption. Marston es un bandido del lejano oeste que se ve envuelto en una serie de asesinatos —o intentos de— para salvar a su familia, ya que su esposa y su hijo han sido secuestrados y amenazados de muerte por agentes federales. Lógicamente, cualquiera de nosotros se pondría en contra de sus ex compañeros por salvar a nuestra familia y más si son inocentes, por lo que el chantaje rápidamente surte efecto.

Tras todas nuestras misiones y penurias, no podemos evitar sentirnos mal cuando descubrimos la primer traición: pensamos que finalmente liberarían a nuestra esposa e hijo pero en realidad estiran la agonía pidiéndonos todavía otro favor, asesinar a Dutch van der Linde. El golpe más duro y la catarata de lágrimas viene cuando poco más tarde, y ya reunido con su familia en la calma de su rancho, los federales le tienden una emboscada a Marston y lo asesinan a sangre fría. Un hombre que hizo todo lo posible por salvar a quienes más amaba, y que aún así termina muerto y traicionado.

Así como tuvimos una lucha infructuosa en Red Dead Redemption, algo similar ocurre en Gears of War 2, incluso con algo que se arrastra desde el primer juego. El protagonista de esta trágica secuencia es Dominic “Dom” Santiago, uno de los soldados en los que se centra la historia; precisamente, uno de sus objetivos es reencontrarse con su esposa María, capturada por la cruel Horda Locust.

Por unos instantes, el reencuentro entre Dom y María es lo más emotivo del juego, especialmente porque hablamos de una saga caracterizada por la acción y los disparos. La encontramos, la sacamos de su jaula y nos invade la emoción… aunque todo eso no es más que una ilusión de Dom, porque María está raquítica, casi como muerta en vida y ni siquiera reconoce a su antiguo amor. Si bien eso ya es triste, la cereza del pastel llega cuando Marcus deja a su amigo a solas para procesar la noticia, y mientras se aleja en silencio se escucha el disparo que puso fin al sufrimiento de su amigo y su esposa. Difícil seguir el juego después de eso…

Cuando Kaitlin Greenbriar regresó a su casa en Oregon, lo más llamativo fue no encontrar a nadie. Para quien no conoce de qué va este juego, tal vez podrían esperarse una historia con sustos, un asesino, secuestros o cualquier tipo de peligro, pero la realidad es que Gone Home es una historia dramática y con un trasfondo interesante y duro. Si bien tenemos que descubrir qué pasó con nuestros padres, lo más relevante es saber qué sucedió con Samantha, hermana de la protagonista y guía —aunque ausente— en esta aventura.

Todo lo que vemos en este juego, desde los objetos cotidianos hasta los cambios en la casa y las memorias de Samantha, es más que nada para conocer el mayor secreto de nuestra hermana, enamorada de una amiga con la que finalmente entabla una relación. Enfrentar el lesbianismo, padres que no comprenden y que atraviesan sus propios problemas personales… la familia de nuestra protagonista es tan real que siempre podemos identificarnos con una u otra cosa; ¿cómo no llorar ante la carta final de Samantha? Son lágrimas de alegría, de alivio, de nostalgia… Gone Home juega con nuestras emociones de la mejor manera.

A Tale of Two Sons es un juego desconocido para muchos, pero que dejó una huella importante en todos los que lo hemos jugado. Se trata de dos hermanos, Naia y Naiee, que tienen una trágica historia con sus padres: su madre se ahogó en un río ante la mirada e inútil reacción de Naiee, el menor de los dos, y ahora su padre está al borde de la muerte por una enfermedad. Sí, la tragedia está casi a cada paso que damos en este juego, así que es imposible no encariñarse con estos chicos y sufrir con ellos.

La muerte es un fantasma que ronda a casi cada personaje importante que nos encontramos, así que si ya te dan ganas de llorar al ver lo que han pasado y pasan estos hermanos, no querrás ni imaginarte lo que vives durante las horas de juego en A Tale of Two Sons. Con un arte extraordinario y una muy buena banda sonora, este juegazo nos rompe el corazón varias veces, y el espíritu de la madre a la hora de salvar al padre y vencer el miedo al agua de Naiee —producto del accidente— nos deja sin palabras. Además, algo pasa con uno de los dos chicos, y te toca descubrirlo jugando… llanto asegurado.

Para muchos usuario de PlayStation, The Last of Us es de lejos el mejor exclusivo y un título por el que merece hacerse la inversión; para quienes no tienen la consola, es de esas joyas envidiadas que debemos probar en casa de un amigo o —aunque no sea lo mismo— a través del streaming. Ya es conocida la pareja de Joel y Ellie, un hombre y una adolescente que recorren las calles de unos Estados Unidos desolados, donde la mutación de un hongo produce en las personas una infección que los convierte en monstruos que devoran carne humana.

A lo largo de toda la aventura, la relación entre ambos es el elemento central, casi como padre e hija y yendo de menos a más en cuanto a respeto y afecto. El primer shock es descubrir que Ellie está infectada, pero a su vez podría ser la clave para encontrar un antídoto a la infección. Desde escenas tontas como la aparición de la jirafa, que representa un oasis de paz y vida entre tanta muerte y caos, o lo que va sucediendo con el paso del tiempo entre los personajes… sin olvidarnos del final de la historia de Ellie al llegar a su objetivo. The Last of Us tiene muchísimos momentos donde nuestro cuerpo pide poner el mando sobre la mesa, respirar profundo, secarnos los ojos, y recién ahí continuar.

Nadie duda de la importancia de The Walking Dead en cuanto a cómics y series televisivas en la última década, y por lo tanto era obvio que también llegaría una adaptación en formato de videojuego. Si bien los zombis no son nada nuevos, la forma en que las primeras temporadas mostraban a los sobrevivientes del brote causaron una revolución, y este juego lejos de ser una forma más de ver la misma historia era la posibilidad de una precuela ambientada en el mismo universo.

Aunque las mecánicas jugables son escasas y muy simples, el éxito pasa por la narrativa, centrada en Lee y Clementine, un ex presidiario y una niña que se vuelven importantes el uno para el otro mientras intentan seguir con vida, dejar atrás el pasado y afrontar la supervivencia de la mejor manera. Ver a un niño sufriendo siempre nos baja la guardia, pero esa escena final entre Lee y Clementine ya está a otro nivel, con lo que implica la despedida del hombre tras haber sido mordido e infectado. Sin duda, ese es el momento más tenso de toda la primera temporada, y aunque tuvimos otros momentos dignos de lágrimas a lo largo de las secuelas y spin-offs, esa secuencia de The Walking Dead quedó grabada en la memoria de todos los que lo jugamos.

Maxine Caulfield era una niña como cualquier otra, de regreso al aburrido pueblo de Arcadia Bay, su lugar de origen. Allí se reencuentra con su antigua mejor amiga, Chloe Price, aunque rápidamente nota que ya nada es como solía ser, y que durante su ausencia Chloe se hizo una nueva mejor amiga. La cosa es que esta chica, Rachel, ha estado desaparecida durante un tiempo… y en paralelo, Max descubre una misteriosa capacidad para volver el tiempo atrás y cambiar los hechos que suceden a su alrededor, como salvarle la vida a Chloe cuando un compañero de su secundaria le efectúa un disparo en el baño del instituto.

Si bien el final general del juego es un tanto mediocre para el buen nivel que traía el juego en sus episodios anteriores, cada final (o cliffhanger) nos dejaba pidiendo más y con la sensación de un corazón roto. Por lejos, la parte más llorona del juego es cuando en una realidad alternativa descubrimos que Chloe sale con vida de cierto evento pero se encuentra en silla de ruedas y con una condición de vida muy precaria; lo que hace todo peor es ver la alegría de Chloe al ver a su amiga, especialmente porque en esta realidad tiene una actitud más dulce y para nada rebelde. Así todo, hay otra escena que nos dejó secos en lágrimas: la famosa eutanasia a nuestra amiga, y depende de nosotros si la dejamos o no con vida. Gran dilema moral, y la eterna sensación de que nada de lo que hacemos es suficiente.

¿Te imaginas lo horrible que debe sentirse tener una enfermedad terminal y lamentarte, mientras estás postrado en una cama, de todo lo que siempre soñaste pero no pudiste hacer? En este mundo, la tecnología ofrece una “solución” a eso, haciendo que el paciente muera pero, al mismo tiempo, dándole la oportunidad de vivir en su cabeza una nueva vida, donde consiga todas sus metas para finalmente despedirse de este mundo con la felicidad en su rostro y su corazón. Además de los doctores, el protagonista es Johnny, un hombre mayor que siempre soñó con viajar a la luna.

Lo emotivo aquí es la humanidad y la fragilidad de cada uno de nosotros. Cuando nos vemos en la calle, en televisión, por fotos… siempre somos un cuerpo y poco más, pero una vez recorres lo más profundo en la mente de una persona es cuando realmente comprendes su importancia en el mundo y te pones a reflexionar. To The Moon es un paseo por la mente de Johnny, conociendo momentos puntuales de su vida que luego nos ayudan a entender ese deseo por viajar a la luna. Aquí no solo es emotivo el ver a un anciano por fin cumplir su mayor anhelo, sino descubrir su motivación y sentir con él sus alegrías y tristezas; no olviden que el final es la inevitable muerte, que quizás haga feliz a Johnny, pero a nosotros nos genera un cóctel de emociones.

¡Cómo no llorar con este juego! That Dragon, Cancer quizás no sea el mejor juego o hasta resulte simple y aburrido en términos de mecánicas, pero aquí lo que importa es lo que hay detrás. Los creadores e impulsores de este juego son Ryan y Amy Green, padres que perdieron a su hijo de apenas 4 años a causa del cáncer; a modo de homenaje al niño y para liberarse de esa carga a través de su vocación, este “juego” cuenta en parte lo que significa el cáncer en sus vidas, desde el amor que los unió como pareja, el momento en el que se enteran que serán padres, el momento del diagnóstico y, más trágicamente, la agonía del paso de los días hasta que llegó el desagradable final.

Aunque no tengas hijos, este juego es una puñalada al corazón, pues inevitablemente terminas poniéndote en el lugar de Amy y Ryan y pensando cómo reaccionarías ante tal situación; si además resulta que algún amigo o familiar perdió la vida por esta enfermedad, la cosa es doblemente triste. Los escenarios abstractos están llenos de mensajes simbólicos, así que siempre es nuestra propia experiencia la que guía las emociones. Si todo esto fuera poco, el juego cuenta con fragmentos reales narrados por estos padres, y fue lanzado en el mismo día en que Joel cumpliría 7 años. Si no estás llorando ahora mismo al pensar todo lo que hay detrás de este juego, realmente no sabemos con qué hacerte llorar.