Antes que nada, considero pertinente aclarar que no tengo ninguna clase de nostalgia The Legend of Zelda: Ocarina of Time. Remarco esto porque he visto como muchas veces algunos gamers desacreditan las continuas alabanzas que a este juego se le cantan. Sus quejas son comprensibles. Solemos tener en un pedestal tan alto a nuestros favoritos de la infancia que el ideal que representan rara vez se acerca a la realidad. Ocarina of Time, por la época en la que se estrenó, suele ser el blanco de esta idealización.

Para bien o para mal, Ocarina of Time no fue uno de los títulos con los que crecí. Esta aventura la viví a través del remake de 3DS una vez que había alcanzado la mayoría de edad. Me gusta creer, entonces, que mi juicio no está tan sesgado por el pasado. Y a pesar de las enormes expectativas que tenía del juego, a pesar de los múltiples spoilers que conocía y a pesar de todo el tiempo que había pasado desde su estreno, The Legend of Zelda: Ocarina of Time se convirtió instantáneamente en uno de mis videojuegos favoritos. No podía creerlo, si te soy sincero.

The Legend of Zelda: Ocarina of Time me regresó el amor por los videojuegos. La oración anterior suena como a un comercial de esos productos supuestamente milagrosos que te intentan vender por televisión cuando ya no haya nada más que ver. Te juro que, a diferencia de los infomerciales, no te intento estafar. Ocarina of Time es un videojuego único donde el apelativo de “aventura épica” no es ninguna hipérbole. La atmósfera que Ocarina logra desde el inicio del juego te transporta a su mundo y no te suelta. Este juego es tan querido porque tú mismo vives cada uno de sus momentos: desde la inocencia y la alegría de las aventuras de Young Link hasta los viajes más sombríos e incluso perturbadores de su versión adulta. Contar historias en los videojuegos es fundamentalmente distinto a como se hace en el cine o en la literatura, Ocarina of Time tiene una propuesta excelente de cómo hacerlo.

La fama que Undertale se ha ganado en sus pocos años de existencia lo precede. Una fama bien merecida, además. La historia que Toby Fox desarrolló en esta corta, pero memorable aventura resuena con especial fuerza en nuestra sociedad actual. Los dos valores predominantes de Undertale son empatía y tolerancia. En un mundo tan caótico y conectado como el nuestro, a veces es difícil comprender al otro y sus valores. El universo y los diversos personajes de Undertale hacen su mejor esfuerzo para convencernos de que vale la pena el esfuerzo.

Optimista, pero no ingenuo. Esa es la actitud que toma el juego. Aunque, al final, Undertale está convencido de que la bondad triunfa sobre todas las cosas, no pretende que sea fácil. Sin temor nos muestra lo que pasa cuando dejamos que el miedo y el rechazo a lo que es diferente guíen nuestras acciones. Y todas acciones tienen consecuencias permanentes, por lo que debemos pensar muy bien cuál queremos que sea nuestro legado.

Con facilidad, Undertale alterna entre felicidad y esperanza a tristeza y angustia, de un tono alegre y juguetón hasta a uno sorprendentemente sombrío. Juego obligado, Undertale es, en verdad, un clásico moderno que todo aficionado de los videojuegos debe conocer. Recuerda que nuestras decisiones nos hacen, así que procura siempre que, a pesar de todo, sigas siendo tú.

Muchas de las cosas que lanzaron a Undertale a la grandeza las aprendió de un humilde juego: EarthBound. Desde un comienzo EarthBound se destacó por emplear a un escritor profesional para desarrollar el libreto: Shigesato Itoi. Para Itoi, EarthBound, como todos los títulos que ha producido, fue un videojuego que surgió de la pasión y de esa ardiente necesidad de contar una historia. Como no podría ser de otra forma, el escritor dedicó su creatividad no solo a la trama, sino incluso a los divertidos diálogos y peculiares nombres de los objetos que utilizas en tu trayectoria.

EarthBound es un juego para niños y no digo esto de forma despectiva. Como las historias clásicas infantiles, EarthBound nos presenta aventuras mágicas y fantásticas (y surreales en el caso particular de este juego), pero detrás de todos los colores se esconde un terrible sentido de realidad adulta. O, mejor dicho, los problemas de la vida se combinan con las sensaciones de asombro que todos los niños experimentamos. Ninguna infancia es perfecta. Por definición, la vida es una amalgama de buenos y malos momentos. Estos últimos no siempre los entendemos a la perfección cuando somos pequeños, pero aun así alcanzamos a percibir la gravedad de la situación.

Ness y sus amigos transitan esa edad crucial de maduración y autodescubrimiento. Abandono y aceptación, caridad y odio, magia y realidad. Todos estos opuestos conviven y moldean la vida de los protagonistas. Frente al desafío de madurar en una persona responsable y compasiva, vencer el mal encarnado es cosa sencilla.

Todo fan de Paper Mario sufre un dolor en su alma, cuya profunda intensidad pocos conocen, al ver cómo los últimos títulos de la franquicia se han alejado cada vez más de sus raíces. Nos duele porque pocos juegos de Mario desbordan tanta creatividad como Paper Mario: The Thousand Year Door. A pesar de ser un RPG, sigue muy pocas convencionalidades del género, incluso se opone a lo que estamos acostumbrados a ver en los juegos del fontanero. Por ejemplo, en este épico viaje Mario visita las clásicas mazmorras, pero también tiene una aventura de misterio a bordo de un tren, entra a una liga de lucha libre e intenta destruir una maldición que convierte en puercos a los aldeanos de un pueblo. Te dije que no era convencional.

Tan bizarras situaciones funcionan gracias al increíblemente carismático elenco que acompaña a Mario. Cada miembro de tu party cuenta con una personalidad tan única como divertida. Pero tus acompañantes no son los únicos que cobran vida. The Thousand Year Door aprovecha como nunca el extenso universo de Mario. ¿En qué otro juego podrás encontrar Piantas organizados a la mafia italiana, una Goomba arqueóloga o Bob-ombs marineros? Solo aquí, y es glorioso. El libreto de The Thousand Year Door es uno de los mejores que podrás encontrar en un juego de Nintendo. Aunque el tono general de juego es humorístico, que no te sorprenda encontrar varios momentos emotivos.

Además de ser tan genial este videojuego, tiene un lugar especial en mi corazón porque lo encontré bajo mi árbol de Navidad la mañana del 25. Mi familia nunca ha tenido demasiado dinero, por lo que encontrar un juego bajo el árbol (¡y uno que deseaba tanto!) significó mucho para mí. Al final, resultó ser una mejor inversión de lo que pudiera haber pensado mi mamá, ya que mi deseo de comprender la historia me llevó a aprender inglés. ¡Quién dice que los videojuegos no nos dejan nada bueno!

Mario es, sin duda alguna, el ícono de los videojuegos más famoso e importante. Cuando estrenó su primer título en 1985, salvó del colapso a la industria de los videojuegos en Occidente. No conforme con esto, los genios de Nintendo continuaron lanzando título tras título. Siempre innovando o renovando la forma en la que comprendemos y disfrutamos nuestro pasatiempo favorito. Mario ha viajado por mares, desiertos, cavernas y hasta a través del universo; ha jugado, fútbol, soccer.

A pesar de este récord impresionante, creo que uno de sus mejores títulos lo encontramos al inicio de su “carrera”. Super Mario World fue el videojuego con el que se estrenó la Super Nintendo. ¡Qué buena forma de empezar la vida de una consola! Pocas veces ha sido tan satisfactorio controlar al plomero barrigón. Las habilidades con las que cuenta no son demasiadas, correr, agacharse, los clásicos power-ups (y la nueva capa voladora) y un par de saltos distintos, sin embargo, el diseño perfecto de los niveles permite que combines cada una de tus acciones en una hermosa secuencia de giros y trucos de inicio a fin. Así, el juego te invita a correr sin parar mientras dejas que tus reflejos guíen tus acciones para librar algunos de los mejores niveles de plataformas que se hayan visto en el género.

La variedad de los mundos ciertamente complementa todo esto. Bosques, mares, castillos, montañas, cavernas, nubes, casas embrujadas y mundos psicodélicos (en toda la extensión de la palabra) son solo algunos de los paisajes que verás en tu aventura. Si la infinidad de secretos, rutas alternas y mundos especiales no fuera suficiente para concederle a Super Mario World una rejugabilidad casi infinita, el debut de Yoshi en este juego agrega una nueva forma de jugar que cambia cómo enfrentas (casi) todos los niveles.

Como nota personal, este fue el primer videojuego que tuve en mis manos. Terminé una y otra vez Super Mario World antes de que supiera leer. En mis primeras vueltas, mi abuela me acompañaba. Nos turnábamos el control con cada vida perdida o nivel terminado. Así, poco a poco, primero con muchas dificultades y después ya con menos, nos abrimos paso a través de todos los retos que el juego nos puso enfrente hasta que, por fin, enfrentamos a Bowser y rescatamos a la Princesa Peach. Estos son de los primeros recuerdos que tengo y de los más preciados.