Quizá tampoco fue la mejor idea cambiarle el nombre por Dragon Ball GT: Final Bout, pero tratándose de un juego de luchas protagonizado por los Guerreros Z y compañía, uno esperaría un interesante resultado… cosa que ya se había logrado moderadamente en juegos anteriores pero que en ningún momento conseguiría aquí.

Tristemente, Dragon Ball: Final Bout se quedó muy corto en innovación, con gráficos 3D muy toscos y una jugabilidad bastante por debajo de lo esperable en un juego de lucha. Cuando los controles y la animación de personajes son un problema siempre se nota… pero más en este género, donde además existen tantos otros títulos consagrados.

Para peor, ni siquiera los detalles fueron cuidados, con incoherencias en los nombres de personajes o incluso algunas ausencias importantes como Krilin; algo que cualquier fanático notaría. Por suerte para nosotros todo mejoraría tiempo más tarde con la saga Budokai Tenkaichi, cambiando para siempre la forma en que veríamos a Goku en las consolas.

El universo Gundam es uno de los más ricos en cuanto al género Mecha, y los robots y el espacio son dos cosas que siempre causan fascinación. Los duelos a bordo de estos vehículos llamados Mobile Suits son tan increíbles como visualmente espectaculares, cosa que le ha valido a esta serie muchos elogios a lo largo de los años.

En cuanto a este juego, nada de eso se nota sino que, muy por el contrario, se trata de una mecánica aburrida, cansina, y visualmente mediocre. Es que, para ser un título de PlayStation 3, Mobile Suit Gundam: Crossfire parece llegar tarde a la fiesta, aparentando más bien ser un juego “decente” de PlayStation 2.
Cuesta creer que nada de la esencia de la franquicia se traslade al videojuego, y más teniendo en cuenta el potencial que el género demuestra. Aunque cualquiera que haya dedicado unos minutos a esto seguramente se haya arrepentido.

Nueva entrada para esta consola, y ya uno comienza a preguntarse cómo llegó a ser una de las más exitosas de la historia… y cómo se las ingeniaban las empresas para crear juegos con tan poco cariño detrás. Lo más llamativo es que el género de Lucha ha demostrado calzar como anillo al dedo para los animes Shounen y Seinen, pero no han sido pocos los fracasos antes de alcanzar una fórmula medianamente aceptable.

Si ya criticamos a Dragon Ball: Final Bout, tampoco podemos perdonar a Rurouni Kenshin: Ishin Gekitouhen, un juego que parece nunca comenzar y que tampoco logra disimular sus carencias. Pocos personajes y pocos modos de juego suman a una experiencia extremadamente corta, cuya única atracción son las secuencias animadas y la banda sonora.

Es triste que grandes personajes e historias queden relegados por culpa de una desastrosa adaptación, aunque mucho más triste es darse cuenta que en apenas unas horas de juego, este decepcionante título podría quedar olvidado en un rincón.

Tratándose de una de las mejores series anime de la historia y de las que mayor éxito cosechó en occidente, es extraño que este juego nunca haya salido de Japón. Pero pensándolo bien, existen bastantes motivos por los que nunca gozó de tanta popularidad como su contraparte, recibiendo críticas bien merecidas.

Publicado en 1998, se trata de una burda copia de Star Fox, el mítico juego de Nintendo que apareciera 5 años antes. Cowboy Bebop deja de lado los puntos altos de su historia para entregarse a la aventura de los combates espaciales, con una jugabilidad exageradamente sencilla y que pierde la oportunidad de rescatar lo mejor del anime.
Compañeros que nos ayudan exactamente de la misma forma que lo hacían con Fox McCLoud, escenarios poco elaborados y aburridos, una pésima banda sonora (en contrapartida con las obras maestras de la versión televisiva) y varios otros elementos lograron complotar en contra de este videojuego, otro fracaso rotundo de Bandai.

Así como el anime se fue deformando conforme avanzaban sus capítulos, este juego de Game Boy Advance tiene todo lo necesario para hacernos tortuosa la experiencia, con errores de programación, gráficos y sonido que nos hacen imposible disfrutar de la historia, y una mecánica bastante interesante a priori, pero muy mal llevada a la práctica.

Para cualquier seguidor de la serie, es probablemente el comienzo de la misma la parte más atractiva, siendo donde se desarrolla mejor la trama. Es precisamente en ese arco que se apoya esta adaptación, pero donde logra destacarse el anime es exactamente donde falla el juego; y cuando una obra tiene el nulo encanto de ésta, no hay persona que resista.

Técnicamente, su única ventaja termina siendo su peor problema, transformando su “larga” duración en un martirio constantemente acompañado de una de las peores bandas de sonido en la historia de los videojuegos… que dicho sea de paso, combina perfecto con el gameplay.