Esto se aplica en muchos niveles, y si nunca te has puesto a pensarlo, es hora de analizarlo. El espíritu de competencia es natural y necesario, pero en el anime, todo se torna un poco diferente. Si hablamos de equipos, generalmente se trata de una dura derrota cuando el grupo protagonista —o único protagonista, si es un deporte individual— arranca su aventura, o muchas veces se cambia el escenario por la disputa entre viejos amigos o vecinos. Desde Niupi con el Toho en Captain Tsubasa hasta Seiseki con Sakuragi en Days, si hablamos de fútbol. En algún punto, lo mismo ocurrió en Slam Dunk, Inazuma Eleven, Yuri!!! on Ice… y ya puestos, hasta Pokémon o Yu-Gi-Oh!, si consideramos sus batallas como un deporte.

Cualquier personaje deportista en el anime quiere superarse y ser el mejor, y para eso no hay mejor motivación que tener un viejo rival. Puedes dar por seguro que ese primer gran enemigo se presentará más adelante para volver a plantar cara, y allí se verá no solo el avance que ha tenido cada uno, sino que todos entendemos que ese duelo es lo único que importó durante todo este tiempo.

Si el anime es para un púbilco heterosexual, no faltará la historia amorosa entre uno de los protagonistas y la mayor fanática del equipo, o alguna otra chica vinculada a los protagonistas. Es cierto, quizás simplemente se insinúa y nunca llega a concretarse, pero tenemos a Sanae en Captain Tsubasa, Haruko Akagi en Slam Dunk o Chikako Ubukata en Days; ahora bien, eso siempre que estemos hablando de romances entre un chico y una chica.

Pero con tantos animes de equipo, con muchachos musculosos, apuestos y extremadamente atléticos, el anime deportivo también se vuelve el paraíso para el shippeo homosexual, incluso cuando no es la intención o simplemente se quiere mantener como algo secundario. Free!, Haikyuu!!, Yowamushi Pedal, Days, All Out, y ni que hablar de Yuri!!! on Ice; tener tantas posibilidades es una invitación difícil de rechazar, y eso mantiene ocupados a los seguidores del anime o a los seguidores del equipo, dentro de la serie.

Cuando los deportes se trasladan al Shounen, las cosas se ponen mucho más interesantes. Algunos pueden ser deportistas más terrenales, o hasta muy malos, pero sin dudas existen quienes destacan gracias a espectaculares técnicas que pueden ser desarrolladas o heredadas, pero que no solo desafían las leyes de la física sino también las propias reglas de cada deporte. Una vez más tenemos que hablar de Captain Tsubasa, y es lógico seguir repitiéndonos sobre un clásico. Sin embargo, esas técnicas también las tenemos en Inazuma Eleven, Eyeshield 21, Kuroko no Basket o Prince of Tennis.

Además, muchas veces estas técnicas se mezclan con el humor y con otros estereotipos comunes, que hasta afectan la vestimenta o accesorios del personaje… como cuando vemos alguien que usa técnicas ninja y juega con una katana como si nada, o los faraones egipcios de Eyeshield 21, solo por mencionar un caso puntual. El anime se las ingenia para suplantar la pasión que supone el contexto social y el amor por un equipo deportivo, dándonos a cambio protagonistas capaces de lanzar rayos, controlar los 4 elementos o moverse a velocidades supersónicas.

No todo en el deporte es fuerza bruta y habilidades especiales, sino que los mejores deportistas son aquellos que, además, son capaces de analizar cada situación y explotar sus ventajas o las debilidades del rival a su favor. Pero claro, en el vértigo de estar corriendo, con muy altas pulsaciones, el sonido del público alentando y el cansancio normal del ejercicio, ¿qué tan fácil puede ser tomar decisiones con lucidez?

Los personajes de anime siempre tienen “tiempo extra” para pensar, y muchísimas veces los hemos visto dando monólogos que explican al detalle los movimientos que harán, o justifican cada paso que han dado hasta el momento. A veces, hasta se cruzan por su cabeza largas escenas a modo de flashback, que casualmente aportan la solución justa para determinada situación. No obstante, lo que más destaca en el anime es la telepatía, cuando dos protagonistas tienen “diálogos” y se complementan a la perfección, simplemente con una mirada o un gesto. Vale, todos quienes hemos practicado un deporte sabemos que, con el tiempo, estas cosas pueden lograrse de manera automática, pero el anime tiene esa hermosa manía de exagerarlo todo y hacerlo mil veces más dramático.

Una mala jugada, un momento de egoísmo. Eso lo tenemos todos, pero puede costarnos muy caro cuando competimos a alto nivel. El anime ha sido, desde el momento en que decidieron adaptar el deporte al arte, una forma de adoctrinar al espectador, especialmente con valores tan importantes como la superación y el trabajo en equipo. Todos quienes resultan ganadores son el resultado de un duro entrenamiento, en muchos casos superando la adversidad o duros golpes del pasado.

En el anime deportivo nunca veremos que un equipo o deportista protagónico empiece como un campeón y termine como un don nadie. Perder es aceptable, si; siempre y cuando tengamos revancha. Todos estos deportistas son ejemplos de vida, y han hecho enormes sacrificios por llegar a la gloria. Conociendo a la sociedad nipona, nunca tendremos un anime sobre fraudes deportivos, casos de dopaje o deportistas holgazanes que se valen del esfuerzo de otros… aunque si lo pensamos dos veces, no son mala idea para un Seinen si se sabe tratar el tema.